¿De que te vale tener, tener, tener y tener?

Es imposible no comentar acerca de un hecho tan extraordinario. El arresto del ex-presidente Ricardo Martinelli, independientemente del resultado final, debe llamarnos a reflexionar sobre las penosas consecuencias que acarrea la ambición, cuando el triunfo se produce en base a desconocer la ley o en la infelicidad ajena. El señor Ricardo Martinelli fue arrestado hace unos días en Coral Gables, Florida, para ser llevado ante un juez federal. Se tuvo que presentar sin su acostumbrada escolta de aduladores, despojado de inmunidades, vestido como un prisionero, esposado y con sus piernas encadenadas como cualquier otro detenido, custodiado por alguaciles federales que no conocían su nombre, callado, cabizbajo, sin desplantes de grandeza. El episodio nos recordó la imagen de aquel Noriega que en enero de 1990 se entregaba dócilmente a los agentes de la DEA, después de una década de abusos, amenazas y fanfarronería.

En la audiencia preliminar a la que llevaron posteriormente al ex-presidente Martinelli, le fue negada la fianza de excarcelación solicitada por sus abogados. Agotada la instancia, fue conducido a la cárcel nuevamente y tratado como el preso común que es en este momento. ¿Qué pasará por su mente mientras comparte la cárcel con otros delincuentes?

Porque al fin y al cabo es el mismo Ricardo Martinelli que hace unos años celebró una faraónica fiesta para anunciar que había pasado de ser millonario a billonario. ¿De qué le vale ahora ese acto de jactancia? ¿Valió la pena haber comprometido su honra y reputación a cambio de ese billón de dólares que públicamente anunció tener, un caudal que todavía ignoramos cómo adquirió? Ese mismo ufano ricachón de ayer es el que hoy, encerrado en una celda, enfrenta la posibilidad de ser juzgado por una cantidad de acusaciones, entre ellas violaciones a la ley mientras fungía como mandatario de nuestra República. ¿De qué le vale ahora el dinero, su mayor referente social, con el que compró su ingreso a círculos que probablemente jamás aceptaron de buena gana su presencia?

De ser juzgado y encontrado culpable, el precio que ha de pagar por su codicia puede ser aún mayor. La invulnerabilidad que pensó le proporcionaría su fortuna no ha funcionado en un país donde las instituciones no están en venta. Como escribí hace meses, en Estados Unidos un juez puede incluso fallar y detener un acto presidencial, si es considerado ilegal. Su Constitución, un documento excepcional, de fuerza extraordinaria es, en mi opinión, lo único que mantiene unidos a los hoy polarizados estados y habitantes de ese país.

En Panamá, muchos han asumido equivocadamente que Ricardo Martinelli es “protegido por los gringos”. No han comprendido que en “El Norte”, los pasos que estipula la ley para su normal evolución y debido proceso no suelen ser ignorados, ni anulados, ni comprados. Allí, vencidos los términos estipulados, el proceso continúa y sus consecuencias son inexorables. Esta es la única razón por la cual Ricardo Martinelli, con su billón de dólares y su condición de ex-presidente, está hoy encerrado en una celda. ¿Hubiera esto ocurrido en Panamá? Tendremos que esperar un poco más para saberlo.

Y no se trata aquí de hacer leña de un árbol caído, atacado probablemente por el comején de la corrupción, responsable del monumental desplome de otras figuras como la suya. Se trata de un llamado a la reflexión, para que enderecemos camino como país. La noticia de su arresto y su imagen vestido de preso, encadenado y esposado, han dado la vuelta al mundo y han agregado otro eslabón a la cadena de vergüenza mediática que, desde los mal llamados “Panama Papers”, ha estado sufriendo injustamente nuestra Patria.

Ahora, el costoso y numeroso equipo de abogados que el dinero de un Ricardo Martinelli puede alquilar, se encargará de utilizar todos los recursos legales existentes para dilatar el proceso de su extradición. Pero aunque tengan éxito en demorar lo inevitable, ya ocurrió un hecho puntual histórico: por primera vez, es detenido un ex-presidente de Panamá como consecuencia de un proceso legal formal. Por vez primera, un ex-presidente de Panamá, un millonario o billonario, es esposado, encadenado y encerrado en una celda mientras espera una decisión judicial.

Hoy, con e debido respeto a la presunción de su inocencia, Ricardo Martinelli, el que una vez fuera presidente de Panamá, está detenido en una prisión donde su billón de dólares no impresiona a un juez honesto y donde los “dossiers” – como él llama a las informaciones que supuestamente acumuló durante su periodo en el poder, para extorsionar personas, obtener ventajas económicas e imponer su voluntad en nuestro país-, no pueden ayudarlo a evadir su realidad presente.
¡Cosas veredes, Sancho!.

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Rubén Blades

14 de Junio, 2017

Baja California, México

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