El día Internacional de la Mujer TRABAJADORA por Dr. Carlos Ayala

Desde los tiempos de la revolución francesa las mujeres tomaron conciencia de la necesidad de cambios en la sociedad. Así lo reflejó la Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, texto redactado en 1791 por Olympe de Gouges que fue uno de los primeros documentos que propuso la emancipación femenina y la igualdad de derechos o la equiparación jurídica y legal de las mujeres, reclamos que aún tienen vigencia, debido a los patrones culturales fomentados por un sistema que identifica al hombre como un ser productivo y a la mujer como limitada por su condición natural de parir los hijos, naturaleza que en realidad no las limita, como se ha demostrado históricamente.

En 1972 la ONU declaró 1975 Año Internacional de la Mujer y a partir de esa fecha instó a sus miembros a conmemorar un día internacional reconociendo derechos de las mujeres en pie de igualdad con los hombres, homenaje que se venía realizando desde 1911 en algunos países europeos, a raíz de que en 1910, en la II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas en Dinamarca, se reiteró la demanda de sufragio universal para todas las mujeres y se proclamó el 8 de marzo (fecha en que inició una huelga en la fábrica de camisas Triangle Shirtwaist de Nueva York, en donde murieron 146 mujeres, producto de un incendio) como el Día Internacional de la Mujer Trabajadora.

En 2017, el lema que se ha escogido para celebrar el día internacional de la mujer es “Las mujeres en un mundo laboral en transformación: hacia un planeta 50-50 en 2030” es decir, 106 años después, la humanidad sigue reclamando igualdad en el plano laboral para las mujeres pues aunque se conquistó el voto, ha sido mucho más difícil conquistar la equidad laboral. Ni la llamada segunda y tercera revolución industrial, ni el acceso a la educación en plano de igualdad en todos los espacios y niveles del saber humano, han permitido espacios justos para las mujeres en el mundo laboral pues se sigue escondiendo que el problema es cultural y económico. Las mujeres siguen obligadas por estereotipos culturales, a atender el hogar sin reconocimiento alguno, y siguen siendo discriminadas conscientemente.

En Panamá, muchos hombres y mujeres comparten estos conceptos, denominados machistas, que impiden otorgar a la mujer el plano de igualdad laboral. Por ejemplo el índice de mujeres desempleadas es superior al de los hombres y en las mujeres jóvenes alcanza hasta más de 33%. Por eso, no basta con grandilocuentes declaraciones, incluso leyes que “protejan” a la mujeres, cuando en realidad lo que se requiere es un cambio de mentalidad, que debe ser inculcado desde el hogar, en las escuelas, a través de los medios de comunicación social, las redes y en todos los niveles educativos. Cambiar o abrir una mente es lo más difícil según expresaba Albert Einsten sin embargo, es necesario, si de verdad se quiere acercarse a la equidad y a niveles de civilización humana.

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