La dictadura civil: Olmedo Beluche

OLMEDO BELUCHE
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Entre el asombro y una sonrisa irónica, viendo cómo Martinelli investido de Presidente le pisa los callos a muchos que lo llevaron al poder, los que parecen impotentes ante el fruto de su creación, me decía ¿dónde he visto algo parecido? ¡Ah! Y me acordé de este libro, El dieciocho Brumario de Luis Bonaparte.
Al igual que hoy pasa en Panamá, en la Francia de 1848–1851, las inconsecuencias y debilidades congénitas de las diversas clases sociales y sus partidos encumbraron al hombre que luego se rebeló contra todas ellas sometiéndolas de manera humillante.
Salvando las distancias, porque en Panamá no ha habido aún una revolución como la de febrero de 1848, aunque tuvimos nuestra gran huelga en defensa de la Caja de Seguro Social en 2005; ni tampoco ha habido un golpe de Estado como el del 2 de diciembre de 1851, tal vez porque no hace falta. El gobierno de Ricardo Martinelli es hijo predilecto de los medios de comunicación, pero ahora se vuelve contra ellos penalizando a los periodistas y amenazando a los que se salen del redil. Martinelli es hijo del sistema político electoral, para ahora: someter dócilmente al Legislativo, al Judicial y al propio Tribunal Electoral; mientras doblega a alcaldes y diputados de “oposición”.
Martinelli le debe la presidencia en gran medida al expresidente, y exsecretario general del PRD, Martín Torrijos, quien en su soberbia puso a pelear entre sí a sus mejores candidatos (pero posibles competidores a futuro), para luego no solo perder la dirección de su partido, sino verlo reducido a su mínima expresión.
Martinelli es el producto más consecuente de la oligarquía comercial financiera, beneficiaria de la zona de tránsito, para someterla con nuevos impuestos y apartarla de las grandes licitaciones a favor de sus allegados. Martinelli es fruto de la alianza con los “panameñistas”, quienes a diario resienten la afrenta impotentes.

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Martinelli es producto de la embajada norteamericana, en cuya sede se forjó la Alianza por el Cambio, para que ahora a los representantes del imperio les preocupe su acumulación de poder y el socavamiento de las “instituciones democráticas”.
Pero, sobre todo, Martinelli es producto del voto popular, de una clase trabajadora hastiada de 20 años de régimen seudodemocrático que le ha hecho más pobres y que, ante la falta de propuestas de los movimientos sociales y la izquierda, depositó su esperanza en el dueño de los “99”. Para ahora recibir en pago ley chorizo, la ley carcelezo, el 7%, etc.
Parodiando a Marx podría decirse: “Esta misión contradictoria del hombre explica las contradicciones de su gobierno, el confuso tantear aquí y allá, que procura tan pronto atraerse como humillar, unas veces a esta y otras veces a aquella clase, poniéndolas a todas por igual en contra suya, y cuya inseguridad práctica forma un contraste altamente cómico con el estilo imperioso y categórico de sus actos de gobierno… Bonaparte quisiera aparecer como el bienhechor patriarcal de todas las clases. Pero no puede dar nada a una sin quitárselo a la otra…”.
La mayoría de las clases “altas” panameñas soportan el actual estado de cosas, porque temen por encima de todo que, como se atisbó en Changuinola, ante el fracaso de la derecha lo que se avizora es la concreción de un proyecto político de izquierdas, antineoliberal y democrático que pueda arruinarles el “negocio”. Es decir, son víctimas de sus propios temores. Las alternativas son dos: o se consuma definitivamente el 18 Brumario de Ricardo Martinelli o se convoca una Asamblea Constituyente.

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