Una reflexión sobre la participación de cristianos evangélicos en el partido PAIS

Me gusta la idea que gente con valores cristianos aspiren a involucrarse en los asuntos públicos. Más que necesario, es una obligación por la responsabilidad que tenemos de llevar los principios a cada área de la sociedad.

Pero precisamente por esa obligación, al participar en asuntos públicos, en este caso en particular en política partidista, hay que ir con los principios del cristianismo por delante.

PAIS es presidido por Toto Alvarez, quien en una entrevista publicada en La Prensa el 22 de noviembre de 2015 declaró: “somos el diablo”, cuando la periodista le pregunto si había alguien más astuto que los abogados. Además, Toto Álvarez, dejó clara su perspectiva de la iglesia evangélica al indicar que la congregación de su primo, Edwin Alvarez, era casi un imperio. Así es, un IMPERIO, una perspectiva muy diferente a la del REINO DE DIOS.

Ahora, pastores y líderes evangélicos hacen un acuerdo de participación política con un autodenominado “diablo”.

Estamos tan contaminados de las prácticas corruptas y clientelistas, que para promovera la participación en política primero hay que erradicarlas de la mente y el corazón de la gente.

Eso se hace, enseñandole lo que la Palabra de Dios dice sobre las funciones y la razón de ser del Gobierno y la cosa pública. Ensañarlas a través un estudio vivencial que nos lleve a la conclusión de que la política es un servicio a Dios.

Sería un despropósito participar pensando en llegar para obtener un empleo con un buen salario, hacer negocios con el Estado, ayudar a mis seguidores a conseguir trabajo u otros beneficios. Eso sería clientelismo, que es igual a pecado.

En una sociedad donde los valores son tan relativos, es decir que todo es bueno o malo dependiendo quien lo haga, se necesitan cristianos que llevan los principios a la política de manera radical, que de inmediato se diferencien de lo que existe actualmente, que hablen de transparencia, probidad, productividad, honestidad, humildad y demás valores del cristianismo aplicados a la cosa pública.

Cualquiera puede hacer un proyecto político con “apariencia de piedad”, pero el comportamiento y carácter de sus impulsores es lo que realmente determinará sus valores.

Saludos.

Jean Marcel Chery

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