Salud vs economía o entreteniéndonos con falsos dilemas

Por allá por el mes de junio último, en un evento organizado por dinámicos médicos y médicas jóvenes, estudiantes de la Universidad Latina en su gran mayoría, el especialista en Salud Pública, Dr.

Por allá por el mes de junio último, en un evento organizado por dinámicos médicos y médicas jóvenes, estudiantes de la Universidad Latina en su gran mayoría, el especialista en Salud Pública, Dr. Claudio Bets; el economista Juan Jované y este servidor, coincidimos con argumentos de pensamiento crítico, en la tesis referida a la inexistencia de un dilema entre economía y salud. Esto es, que las medidas de orden sanitario no son excluyentes frente a las de orden económico. No obstante, ¿dónde radica el problema que las hace aparecer como absolutamente contradictorias y que encrespa a los empresarios cuando escuchan de medidas de confinamiento y similares?

La razón resumida es que la salud y la economía están enemistadas en nuestro país en virtud de que ambas funcionan bajo un modelo económico cultural mercantilizado, conocido como transitista, de carácter neocolonial, mismo que exacerba premisas conservadoras -contrarias al bien común y la solidaridad- y tecnócratas, que desprecian la participación popular.

Digámoslo brevemente, el sistema de atención de salud panameño está organizado en función de la consideración de que la salud es una mercancía que satisface el ánimo de lucro de grupos empresariales, mayoritariamente vinculados al capital comercial -la venta de productos farmacéuticos, equipos quirúrgicos y sanitarios en general, servicios hospitalarios, son parte de este racimo de pingües negocios- y también, a capitales de la banca y construcción, cada vez que se construyen edificaciones faraónicas hospitalarias. En suma, están organizados en función de los mercaderes de la salud panameña.

Ergo, mantener esta lógica mercantilizada, conspira directamente contra la necesidad de salud de la población. Aquí, se pone en evidencia una contradicción en el sistema de atención en su conjunto: O se satisfacen los intereses de los mercaderes de la salud o se fortalece la capacidad de resolver problemas sanitarios desde los niveles primarios y no esperar que los problemas lleguen al nivel de los hospitales nacionales especializados, para justificar la intervención de los mercaderes.

Cuando se dijo que los chinos auspiciarían gratuitamente un hospital especializado para atender la COVID-19, los mercaderes no obtendrían ganancias… se desechó con leguleyadas. Cuando se planteó contratar a personal profesional para impulsar la organización comunitaria y la promoción de la salud, prefirió no hacerse, pero ha costado más en tanto que eso hubiera evitado comprometer a personal especializado para otras acciones, que en tareas de trazabilidad; hubiera evitado tener que contratar ahora a especialistas extranjeros y aumentar la cuantía de camas hospitalarias que el director de la CSS vende como una gran medida. Cuando existe una carrera por las vacunas, donde son más de cinco las que ya han ido demostrando su efectividad en las pruebas, rápidamente se optó por comprar las más caras, con excepción de la de Austra Zeneca. Es evidente, que en esto hay más de sumisión a los dictámenes antivacunas rusas, chinas y cubanas, que impone la geopolítica de EUA al Gobierno actual, que criterios sanitarios y de eficiencia económica para el país.

La Secretaría Ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), afirmó, en un evento público en septiembre, que los “Gobiernos (…) no van a poder sostener el gasto fiscal que se necesita hoy. Por ello, se requiere cooperación internacional y acuerdos multilaterales” (La Estrella de Panamá – 10/09/2020). Esto es, seguir con el mismo modelo de dependencia de créditos… no un sistema fiscal progresivo, donde los más ricos -beneficiados hasta en pandemia- muestren una ética más solidaria, comenzando con su mayor aporte al tesoro público. Sin dilación, al no querer afectar a los mercaderes de la salud y a los grupos privilegiados del modelo neocolonial, la capacidad del gasto estatal deviene en escasa, lo que le impide apoyar a los grupos que están con contratos suspendidos o a las pequeñas empresas o a los trabajadores informales, que no cuentan con respaldo para sobrevivir a la pandemia.

Por lo tanto, si no los puede apoyar, gracias a los parámetros que impone el modelo económico cultural que privilegia a las élites comerciales y financieras transitistas, principalmente, entonces las medidas sanitarias que llevan a controlar la COVID-19, se convierten en perjudiciales no para la economía, sino para el modelo que beneficia a estas élites. Cambiemos ese modelo en la economía y en la salud por uno alternativo y estas dejarán de mostrarse como un dilema.

Por: Roberto Antonio Pinnock RodríguezSociólogo y docente de la Facultad de Medicina de la UP.

[1]Estrella. (2020). Salud vs. economía o entreteniéndonos con falsos dilemas. Retrieved December 22, 2020, from La Estrella de Panamá website: … Continuar leyendo

Referencias

Referencias
1 Estrella. (2020). Salud vs. economía o entreteniéndonos con falsos dilemas. Retrieved December 22, 2020, from La Estrella de Panamá website: https://www.laestrella.com.pa/opinion/columnistas/201221/salud-vs-economia-entreteniendonos-falsos
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