Huele a peces gordos por Erick Simpson Aguilera

Por supuesto que no voy a postear en mi blog las diversas listas de candidatos a coimeados por Odebrecht, que pululan por las redes sociales.

Desde luego que creo en la presunción de inocencia.

Sin duda que respeto el Estado de derecho y el debido proceso.

Ciertamente que no invoco un linchamiento mediático sin pruebas que demuestren la culpabilidad de los supuestos implicados.

Sin embargo, lo que sí nadie en éste mundo puede obligarme a creer es que la manera como las instituciones panameñas de todos los Órganos del Estado están abordando el escándalo Odebrecht es pulcra, correcta y libre de suspicacias.

En primer lugar, el hecho de que el Ministerio Publico panameño fuera tildado de poco cooperador por sus pares brasileños que requerían información respecto a las operaciones de la empresa Odebrecht en Panamá, y en segundo lugar la resistencia de nuestras autoridades (MP, Contraloría, Asamblea, y Órgano Judicial) a investigar y auditar a la mencionada empresa sumida en el escándalo Lava Jato el cual llevó a la cárcel a su principal accionista Marcelo Odebrecht, y que no fuera hasta que dicha empresa confesara ante las autoridades judiciales de USA, Suiza y Brasil su habitual practica de pagar coimas para hacerse de contratos públicos en variopintos países incluido Panamá, que nuestras autoridades cambiaron el discurso de santidad que le atribuían a Odebrecht, y obligadas por las circunstancias amagaran con “investigarla” pero con guantes de seda aceptando “acuerdos verbales” y $59 millones de dólares sin delatar a los coimeados, me indica que la empresa en cuestión goza de protección y es prácticamente intocable en Panamá.

Lo curioso del tema es que, la empresa Odebrecht era la principal en su país de origen y aún así la justicia brasileña que sí funciona a diferencia de la panameña, los alcanzó. De modo que, Odebrecht pesa más en Panamá que en Brasil y en el resto del mundo. ¿Por qué será?

Recuerdo a las autoridades del Órgano Ejecutivo cuando se les cuestionaba por no inhabilitar a una empresa cuyo principal accionista estaba condenado a 19 años de prisión por corrupción en Brasil y aún así le adjudicaban cuantas mega obras millonarias se licitaban en Panamá, alegar que los problemas de la empresa en Brasil no tenían nada que ver con su desempeño acá porque en todo el mundo Odebrecht era corrupta pero en Panamá era inmaculada; que lo importante eran las obras y no la reputación de la empresa; y que además Odebrecht es la empresa más cumplidora en el planeta, la galaxia y el universo entero. Vaya; qué clase de argumentos más infantiles y falaces que les han estallado en sus caras con la confesión mundial de la empresa otrora santa pero ahora coimera en Panamá.

A propósito, ahora resulta que hasta el Banco Nacional de Panamá tiene que salir en rescate de la empresa Odebrecht por la falta de liquidez que afronta debido a que la banca privada mundial y aún El Banco de Desarrollo de Brasil (BNDES) les han cerrado sus puertas por las andanzas hechas públicas de la mencionada empresa, lo cual lo advertíamos cuando decíamos que no era sabio otorgarle tantas mega obras multimillonarias (Odebrecht es el principal contratista del Estado panameño con $ 9 mil millones de dólares en contratos adjudicados) a una empresa que se perfilaba ya la crisis financiera que se le avecinaba, pero de una vez salían los gurús económicos, acólitos y demás defensores del gobierno a descalificar tildando de vendedores de crisis a quienes así opinábamos. No obstante, el tiempo ha sabido colocar a cada uno en su justo lugar.

Dicho eso pregunto ¿cómo pretenden las autoridades panameñas que les demos un voto de confianza con la inacción, guante de seda, y secretismo con que han abordado desde el principio el Caso Odebrecht?

En lo que a mí concierne, con todo el derecho que tengo a pensar, a dudar, y a sospechar -al menos que sea prohibido usar el cerebro y el sentido común- considero que, la resistencia de nuestras autoridades de todos los Órganos del Estado a investigar con seriedad y hasta las últimas consecuencias como están haciendo USA, Brasil, Suiza, Colombia, Perú, República Dominicana, etcétera, el Caso Odebrecht, obedece a que hay varios personajes de muy alto rango político y social, entiéndase peces gordos, pertenecientes a los tres últimos gobiernos, involucrados en el pago de sobornos realizados por la empresa Odebrecht.

De manera que, el caso en cuestión tiene el potencial si se deslinda como Dios manda, entiéndase, hasta la saciedad y sin pasar por alto una tilde o una coma, de sumir a la clase política panameña en el caos y al país en la ingobernabilidad.

Sin embargo, dicha crisis es ineludible comoquiera que estamos en un punto de no retorno en el cual el mundo entero nos mira cual testigos de la impunidad y corrupción que reinan en Panamá toda vez que el Caso Odebrecht no es que esté en una fase inicial de investigación para establecer si hubo o no delito, pero es más bien un caso confeso en el cual la misma empresa reconoce haber pagado coimas en Panamá para obtener contratos con el Estado. De modo que estamos en un callejón sin salida ni ruta de escape para el país, la empresa corrupta y los coimeados.

Así las cosas, nuestras instituciones están sometidas a una prueba de fuego por el mundo entero, no solo por los panameños. Es decir que, están contra la espada y la pared y de nada les servirá dilatar un caso confeso en el cual solo procede llamar a comparecer a los ejecutivos de la empresa Odebrecht para que expliquen a quiénes y cómo pagaron las coimas que reconocen haber pagado.

Si amparados en tecnicismos y excusas baratas nuestras autoridades dilatan y mantienen en el secretismo del anonimato el caso que no ocupa, estarán reconociendo ante la faz del planeta que Panamá es un país sin ley donde impera la corrupción y la impunidad, ergo le daremos licencia a todos los países que nos atacan constantemente con listas de todos los colores y a los que nos hacen la guerra comercial, para que nos den la estocada final porque quedaremos expuestos a la faz mundial como una nación paria y carente de institucionalidad que no merece respeto alguno.

Si las autoridades panameñas piensan que con sus “acuerdos verbales” con la empresa coimera; con el pago de $ 59 millones de dólares por parte de Odebrecht para “resarcir” el daño hecho al Estado panameño sin delatar a los receptores del soborno; que con su proyecto de ley 245 sobre acuerdo penales para favorecer a los corruptos; que con su secretismo y anonimato que huelen a encubrimiento e impunidad; que con sus tecnicismos legales; y demás paños tibios; convencen a los panameños y a la comunidad internacional que tiene los ojos puestos sobre nosotros, se equivocan.

Lo único que mandaría un mensaje contundente a Panamá y el mundo de cero tolerancia a la corrupción e impunidad sería investigar y auditar los $ 9 mil millones de dólares en contratos adjudicados a la corrupta empresa Odebrecht para determinar si existen más sobornos o sobrecostos; proceder legalmente en contra de la empresa en mención multándola severamente; amenazar con rescindir los contratos vigentes con el Estado panameño por haber violado la empresa Odebrecht con sus malas prácticas la relación contractual, al menos que facilite inmediatamente las pruebas de la coima que reconoce haber pagado; y una vez en posesión de las pruebas proceder en contra de los coimeros privándolos de la libertad e incautándole sus cuentas y bienes.

Pueblo panameño, sector empresarial, trabajadores, profesionales, ciudadanos de la sociedad civil, grupos juveniles, productores agropecuarios, gremialistas, sindicalistas, campesinos, indígenas, ciudadanos comunes, maestros, profesores, estudiantes, médicos, enfermeras, etcétera, éste país es de todos nosotros los panameños y no podemos sacrificarnos en masa por un grupo minúsculo de políticos y empresarios corruptos que por su lucro indebido han llevado a Panamá al límite del despeñadero y la mala fama mundial.

Nos estamos jugando demasiado como país por culpa de un grupo pequeño de corruptos que no merecen la pena ni tanto sacrificio, toda vez que el Caso Odebrecht es de alcance mundial y en consecuencia quedaremos en evidencia y expuestos por países vecinos que sí están tomando sin cuentos, excusas ni historietas, medidas drásticas en contra la de empresa Odebrecht y los coimeros, mientras en Panamá todo es misterio, “acuerdos verbales”, excusas baratas, tecnicismos legales y demás artimañas para no hacer lo que deben hacer.

Sí, yo sé que las autoridades judiciales panameñas aún si quisieran no pueden con tamaño caso que rebasa sus capacidades, pero eso no es excusa porque se ha sugerido solicitar a la ONU la creación de una Comisión Internacional Contra la Impunidad para que de manera independiente se investigue el Caso Odebrecht, pero dicha posibilidad les causa terror a la clase política panameña. ¿Por qué será?

En fin, hermanos y hermanas panameños, llegó el momento de que todas las fuerzas vivas del país nos manifestemos en las calles un día sí y otro también para que pase lo que tenga que pasar, aunque se desplome el corrupto sistema político que hace tiempo se agotó, pero que se investigue hasta las últimas consecuencias el Caso Odebrecht desde que llegó la empresa a Panamá hasta la fecha, auditándose a cabalidad los $ 9 mil millones de dólares en contratos adjudicados a semejante empresa que reconoce pagar sobornos para ganar contratos públicos. No hay de otra, o salvamos a la patria presionando para limpiar su imagen y nombre a la faz del mundo, o nos hundimos todos juntos para salvar a un grupo minúsculo de coimeros corruptos que aprovecharon sus cargos públicos para enriquecerse o aumentar aún más su caudal financiero.

Saludos cordiales.

Erick Simpson Aguilera.

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