Energía solar en un mundo después de Tesla

Nikola Tesla fue uno de los físicos más notables en la historia reciente. Nace en la actual Serbia a finales del siglo XIX y muere en 1943, solo en la ciudad de Nueva York. Es considerado uno de los más grandes inventores del siglo pasado. A Tesla se le atribuyen novedosos inventos, como la radio, la corriente alterna y muchos otros más. Entre los más interesantes, al menos para mí, es la transmisión de energía eléctrica inalámbrica, lo que hoy conocemos como ‘Witricity’. Tesla amó la ciencia y miró con cierto desdén los negocios. Esto provocó que muchos de sus inventos no fuesen puestos bajo protección de patentes. Si él hubiese tenido menos detractores negociantes, el mundo de la energía hoy sería uno como aquel que yo llamaría, uno después de Tesla.
Tesla me asalta —de nuevo— en la actual discusión planteada por la Autoridad de Servicios Publicas (ASEP) y el asunto de penalizar —desde mi propia interpretación— la generación de energía solar en Panamá. En un planeta caliente por la combustión de energía fósil, las alternativas de generación energética como la eólica, la solar y la hidrogeneración se posicionan como el futuro de la civilización.
El asunto de la generación de energía solar y la posibilidad de abastecer parcialmente el consumo doméstico y empresarial es un tema importante. Reconozco también que el asunto de generación con paneles solares podría ser un posible tema de interés de la recién abierta relación con China. El asunto de generación solar podría ser un tema tecnológico de prioridad entre Panamá y China. China es el mayor productor de paneles solares en el mundo.
Hablemos ahora de la facturación de energía. Bajo los segmentos de facturación en el esquema energético actual, la generación, distribución y comercialización ya se encuentran reflejadas en el importe —muy caro— que se nos cobra por el consumo de energía. Penalizar al ‘consumidor responsable’ con un importe al regresar desde el sol a la red de consumo, me parece duplicar un importe ya aplicado y cobrado. Haciendo una analogía con los automóviles híbridos, sería como que al propietario de uno de ellos, la gasolina o el diésel en las estaciones de servicio, tuviese un precio diferente y mayor, ante el usuario que no utiliza la modalidad híbrida. Parece que el mundo de los negocios se opone a las alternativas limpias de generación de energía. Parece que volvemos a los escenarios de finales del siglo XIX y los conflictos de Tesla con los grandes magnates de la energía. Hay contradicciones en Panamá, los consumidores, los empresarios dueños del negocio y la propuesta de la ASEP.
La dimensión institucional también es disonante. Panamá Estado firmó protocolos mundiales para reducir emisiones e ir transitando al uso de energías renovables no contaminantes. MiAmbiente suscribió en París, en representación de Panamá, compromisos relacionados con el cambio climático. En la Conferencia de París sobre el Clima (COP21), celebrada en diciembre de 2015, 195 países firmaron el primer acuerdo vinculante mundial sobre el clima. Panamá fue parte firmante. Entonces la pregunta es, ¿Cómo bajo el mismo Gobierno una instancia como la ASEP diseñada para la protección del consumidor esta propone un desincentivo a la generación solar? Hay contradicciones y un doble discurso y debemos ser consistentes y comprometidos a procurar un mundo más sostenible. ¿A quién le interesa un nuevo importe impuesto a la generación solar?
Las instituciones públicas deben sobre todo garantizar el bienestar colectivo y en general, la permanencia de la ciencia, sobre la especulación y los negocios. Ya las posiciones contrarias e interesadas desde la perspectiva del negocio puro y duro nos están pasando la factura.
INGENIERO

Tomado de La Estrella de Panamá viernes 1 de junio de 2018

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