El poder de una frase. Dídimo Escobar

Hubo una frase poderosa en el discurso de Martin Luther King Jr. el 28 de agosto de 1963 delante del monumento a Abraham Lincoln en Washington, DC, durante una histórica manifestación de más de 200,000 personas en pro de los derechos civiles para los negros en los EE.UU. hace 55 años atrás.

Él dijo: _*“el sufrimiento que no es merecido, es emancipador”.*_

El pueblo panameño, no merece que, a nombre de la democracia, los sectores de la oligarquía mafiosa, le hayan sometido a la indignidad, se haya incrementado la zanja entre ricos y pobres y la pobreza y la pobreza extrema se hayan incrementado a pesar de toda nuestra riqueza nacional. El narcotráfico se haya multiplicado por diez, el lavado de dinero sea casi algo natural para los poderosos, mientras que se establecen extremos controles a quienes abren exiguas cuentas de ahorros. Se le haya despojado del patrimonio nacional, las empresas públicas que nos pertenecían a todos, para entregárselas a precio de bicoca al sector que cultiva la avaricia como un gran valor. La corrupción se haya encaramado como virtud, la violencia se regodea altanera en las calles, el respeto ha desaparecido y la decencia abandonó despavorida, la escena.

Especial perversidad se instauró cuando los que son dueños del poder económico y ejercen los poderes fácticos, han prolongado la no salida al problema educativo nacional para mantener a los panameños en la ignorancia y la mediocridad.

El Estado asigna más de 3,700 millones de balboas al sector educativo, no obstante, las resultas de esta inversión vienen a ser un gasto sin retorno. Nuestra educación actual, maltrecha y sin resolver que clase de panameño debe resultar del proceso de enseñanza aprendizaje, resulta de adrede y deliberadamente en incapaz de hacer comprender las tecnologías y los métodos utilizados para su control y su esclavitud. “La calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia de la ignorancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores (ver Armas silenciosas para guerras tranquilas de Noam Chomsky)”. Parece que nuestras dirigencias magisteriales no advierten hasta dónde son utilizados en este macabro propósito, pues en vez de protestar preparando mejor a quienes sufren el escarnio de la injusticia, los adocenan aún más, negándoles por motivos baladíes muchas veces, la opción de una excelente preparación para poder cambiar la triste realidad que nos circunda.

Los partidos políticos, los gobiernan esas mismas mafias dueñas del capital que desean reproducir y por lo menos mantener el “Status quo” y como natural consecuencia, los han hundido en el descrédito público. En recientes estudios de opinión, casi todos advierten el hecho cierto de que los partidos políticos se auto descalificaron, porque lejos de ser vehículos de valores democráticos, se han convertido en mecanismos donde se cuece la trampa, se defienden los deleznables actos de corrupción, en tanto que sus encumbrados miembros son actores y protagonistas de ese drama, donde se promueve la indignidad humana a través del clientelismo pérfido y cruel.

Con el optimismo y Fe, de Martin Luther King Jr., hemos de confesar que todo este sufrimiento, que no es merecido, servirá algún día, a la causa de la verdadera emancipación.

*¡Por un país decente y una patria para todos!*

¡Así de sencilla es la cosa!

*José Dídimo Escobar Samaniego*
Cédula. 7-84-41
_Precandidato a presidente de la República por libre postulación_
1 de noviembre de 2018

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