El pueblo panameño cuya población en su mayoría profesa la religión católica cristiana celebra la semana mayor, ésta ha sido una semana de sufrimiento implantado por una casta social dominado por el Sínodo hebreo y el Imperio Romano que aplicó su despiadada furia contra aquel hombre que se hizo llamar el hijo de Dios.
Es éste el instante justo para reflexionar el momento histórico en el sentido de como hombres y mujeres luchadores sociales que luchan por reivindicar las condiciones dignas de vida, son perseguidos y reprimidos por la casta que tiene en sus manos el poder político y económico. La clase social que representamos, los obreros, que no somos dueños de los medios de producción continuaremos luchando por una mejor distribución de la riqueza, por la equidad salarial en la mujer trabajadora, por un aumento general de salarios, por pensiones justas y dignas, por buenas condiciones de salud y de educación, seguiremos por este camino para el logro de un país incluyente con equidad y desarrollo económico al servicio de la patria y no para unos cuantos bellacos que se enriquecen bajo el síndrome de la corrupción.
Aplaudimos y apoyamos todas las iniciativas dirigidas a combatir la corrupción como es el proyecto de imprescriptibilidad dirigido a que los actos cometidos por corrupción no prescriben, igualmente, debemos combatir el contrato leonino otorgado a minera Panamá, y por último denunciamos y pedimos la abrogación al Tratado Salas-Becker, máximo que no ha pasado por la Asamblea.
La Central Nacional de Trabajadores de Panamá, seguirá con el esfuerzo por construir la unidad, indistintamente que en el camino de la coyuntura surjan situaciones entendibles que puedan afectar el proceso unitario.
Panamá, 30 de marzo de 2018
