Apoyo de Panamá a Nicaragua con la Brigada Internacionalista “Victoriano Lorenzo”

Hoy estamos felizmente celebrando un aniversario más de la Brigada Internacionalista Victoriano Lorenzo. Pero también conmemoramos aquellos que partieron a la inmortalidad entre ellos Hugo Spadafora (“Comandante Ramón”), Víctor, Efraín Rojas (“Macho”), Olmedo Alonso Alveo (“Coco”), los caídos en La Florcita, Ostayo, El Naranjo, La Calera, Colina 155, Nueva Guinea, Rivas, Orosí y los que se han ido después por enfermedades.

Desde la creación de la Brigada Internacionalista, a finales de agosto, hasta su afiliación al Frente Sandinista, en septiembre 28 de 1978. Fue toda una trayectoria histórica que hicimos los hijos de Bolívar con la sangre efervescente de Victoriano Lorenzo. Esta es una celebración más de la confirmación de nuestros derechos, de ser libres y luchar por esa libertad donde quiera que se nos necesite. En esos días, se nos necesitó en Nicaragua y fuimos a dar todo lo mejor del pueblo panameño.

Y así, el día 27 de septiembre del mismo año, se inicia la selección y preparación de esta brigada. Posterior a una misa, que se llevó a cabo en la Iglesia de Don Bosco, en la capital nacional, fuimos arengados en un estadio, sin ningún tipo de preámbulos, direcciones, sólo la idea de ir a combatir en Nicaragua. Aquellos que se sentaron en un momento a pensar en cómo ayudar al pueblo nicaragüense (Spadafora, Mitre, Torrijos y otros), fueron hombres llenos de humanidad y sintieron en sus pechos el dolor de un pueblo aguerrido y mal tratado por las hordas somocistas, que saqueaban, violaban y destruían a la juventud nicaragüense, por orden de un tirano aferrado a destruir el país. Así sobrevino la idea de crear una brigada de ayuda militar, compuesta de ciudadanos panameños.

Ese 27 de septiembre, el Dr. Hugo Spadafora (qdp), junto al Dr. Jorge Aparicio, entrevistaron a todos los posibles candidatos que formarían la Brigada, sin importar raza, posición social, color o sexo. Se seleccionaron a los primeros en ir a la línea de combate. Entre esos elegidos, estuvimos dos mujeres: Amelia (Gerónima Mineros) y yo. En primera instancia, la compañera Amelia fue escogida, pero posteriormente me llamaron a mí, junto con los otros compañeros, cuyos seudónimos eran: “El Tigre” (José Murillo) “Caballo Loco” (Antonio Hagan) “Barbita” (Pedro Pablo López) “Pelé” (Alexis Noriel Martínez), “Ciego” (Saint George), “Geño” (Rogelio González) y “Jossy” (Aida Alemán). Fuimos repartidos en tres grupos: los de vanguardia, que fuimos los siete primeros, y la Brigada, dividida en dos partes, los cuales fueron a tomar un entrenamiento intensivo y especial.

En la mañana del día 28 de Septiembre, luego de una larga espera, fuimos llamados a abordar un avión que nos llevaría a “luchar o vencer”. Montamos en el avión sin tener idea a lo que nos enfrentaríamos y así llegamos a la base Santa Rosa o Base 1. Nos sorprendió ver a panameños en el Frente. Entre ellos, estaban “Coclé”, “Santa María”, “Vladimir”, “Águila” y otros. Integrarnos a la vida diaria no fue difícil, ya que fuimos bien acogidos por los compañeros sandinistas, quienes a su vez no nos miraban como internacionalistas, sino como nicaragüenses, hermanos de lucha. Un mes después, arriba la Brigada completa, entre ellos, Amelia. Entonces, nos acogimos al pensamiento de Victoriano Lorenzo: “La pelea es pelando”.

Pasaron nuestros hermanos panameños a ser parte de la historia de ese amado y aguerrido país: Nicaragua. La mayoría de compañeros nicaragüenses prefería tener en sus filas a los panameños, quienes no temían a nada y eran los grandes héroes. Pero toda felicidad tiene una tragedia pendiente. Nuestros primeros muertos, aquellos que tampoco dijeron que morían (por una patria ajena) sino que murieron por ella. Lucharon hasta los últimos suspiros dos de mis más queridos compañeros: “Oso” (Oriel Sánchez Oribarra) y “Da Vinci” (José Moreno). Ellos fueron las primeras víctimas y los primeros en dar la vida por una causa. Cayeron, además, en heroicos combates, otros panameños, entre ellos el querido compañero “Diablo” (Rubén Darío Salvatierra).

A medida que la guerra fue entrando en su fase final, nuestros heroicos hermanos luchaban hasta lo último, dejando así una cuota de sangre en las filas de la historia de Nicaragua. Y pelearon en los Frentes oriental, occidental, norte y sur de Nicaragua. Aquellos que cayeron durante la guerra, fueron elegidos para que su sangre pintara la bandera roja y negra sandinista, con todo el honor y la gloria que se merecen. Otros se han ido, poco a poco, de diversas formas. Y ahora que la edad avanza en nosotros, en el juicio sano y el amor a un pueblo libre, nos deja esa satisfacción de haber cumplido, porque como bien dijo Simón Bolívar: “La libertad del nuevo mundo, es la esperanza del universo.”

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