Por: Jaime Flores
El pasado 11 de septiembre se recordó en Chile los 50 años del golpe de Estado, que derrocó al presidente constitucional doctor Salvador Allende, quien luego de tres años de gobierno fue depuesto por militares fascistas encabezados por Augusto Pinochet.
Allende era un político de trayectoria, médico de profesión, había sido presidente del Centro de Estudiantes de Medicina y de la Federación de Estudiantes de Chile, participó en la fundación del Partido Socialista, donde forjó su militancia. En los años cuarenta ocupó el cargo de ministro de Salubridad, Previsión y Asistencia Social. El pueblo reconoció su transitar en la política cuando lo eligió senador en distintos períodos, específicamente, en 1945, cargo que sería reelecto hasta el año 1969.
Llegó al poder en 1970, con el movimiento de Unidad Popular, que contenía una agenda de transformaciones de la sociedad, contrapuestas a los gobiernos anteriores, que solo gestionaban para el beneficio de las élites. Sería extenso mencionar sus ejecuciones, algunas de las más trascendentales fueron: Las leyes 17.450 del año 1971, que nacionalizaba la minería y sobre reforma agraria; impulsó, además, una política sobre la redistribución del ingreso para reactivar la economía y hacer más equitativa la inversión social.
El 29 de junio de 1973, se produjo una intentona con el llamado “Tanquetazo o Tancazo”, que no tuvo éxito, gracias a la defensa que hicieron militares leales al gobierno elegido en las urnas. Su mandato había sido objeto de acciones desestabilizadoras internas por parte de grupos oligárquicos, y poderes externos de carácter intervencionista, los cuales no aceptaban a un presidente que rompía dentro del marco de la legalidad con las viejas prácticas de corrupción y saqueo de las arcas nacionales, que tenían a Chile en los mayores niveles de desigualdad y pobreza en la región.
El 11 de septiembre se escenificó dentro de una escalada de Guerra Fría y tuvo el beneplácito de los Estados Unidos y el accionar de la CIA. No era la primera vez que esto se registraba, lustros antes había corrido la misma suerte el presidente de Guatemala, Jacobo Albernz y planeado incursiones armadas, como la ocurrida en República Dominicana en 1965, sin contar el bloqueo hacia la isla de Cuba, con el fin de desestabilizar al gobierno erigido en 1959.
La geopolítica del Departamento de Estado era clara: no permitir gobiernos distantes a su línea hegemónica en Latinoamérica y que se alejarán del concepto de “patio trasero”. Este trazado iba opuesto a la voluntad de los pueblos que levantaban sus banderas por lograr su soberanía e independencia frente al dominio extranjero. Eso lo vivimos en Panamá a lo largo del siglo XX, cuando el movimiento popular organizado luchó en contra de la permanencia de la Zona del Canal, costándole la vida a muchos panameños.
Aquel 11 de septiembre de 1973, fue un día de luto y dolor, para América Latina, que veía en los medios de comunicación el bombardeo hacia el Palacio de la Moneda y la defensa patriótica que hacía el mandatario ante la armada chilena para preservar el orden constitucional.
Las consecuencias de esta acción militar fueron desastrosas, debido a la represión sistemática en contra de estudiantes, obreros, indígenas, intelectuales y sectores de apoyo al gobierno de Unidad Popular, entre estos, los Partidos Comunistas y Socialistas.
Uno de los primeros caídos fue el cantante y compositor Víctor Jara, cuyas melodías eran una voz de protesta que reclamaba justicia social, libertad y autodeterminación. Su cuerpo fue encontrado el 16 de septiembre, 120 horas después del golpe, y contenía severas torturas y 44 disparos.
Pinochet se posesionó en el gobierno y activó una maquinaria de tortura, represión y desapariciones forzadas, condenadas a nivel internacional. Los informes sobre lo acaecido salieron décadas posteriores, en los mismos se pudo conocer a raíz de la investigación desarrollada por el Instituto Nacional de Derechos Humanos de Chile, que hubo alrededor de 40 mil personas, muertas y desaparecidas.
En Panamá, distintos grupos políticos, estudiantiles y sindicales recordaron los 50 años del golpe de Estado. La Central Nacional de Trabajadores de Panamá (CNTP), hizo una tertulia con sus dirigentes y valoró a muchos patriotas chilenos que llegaron a nuestro país en los setenta perseguidos por la dictadura, se rememoró la solidaridad en aquella época dirigida a ponerle fin al gobierno golpista.
A 50 años del Golpe de Estado, Latinoamérica y el mundo recordó a Salvador Allende, como un hombre honesto, revolucionario y de principios, que entregó su vida por mejorar la vida de su pueblo y avanzar hacia los horizontes de la emancipación.
Abogado- Historiador
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