50 AÑOS DEL INSTITUTO NACIONAL DE CAPACITACIÓN SINDICAL JOSÉ DEL CARMEN TUÑÓN

Jaime Flores Cedeño,
La Estrella de Panamá,
9 de junio de 2021

El pasado 20 de abril se cumplieron 50 años de la inauguración del Instituto Nacional de Capacitación Sindical José del Carmen Tuñón, el cual forma parte de la Central Nacional de Trabajadores de Panamá, y que lleva el nombre de uno de los principales dirigentes obreros del siglo XX, quien falleció el 27 de julio de 1969 en la cárcel Modelo, poco después del Golpe Militar de 1968. Fue miembro del sindicato de la construcción y activo dirigente del Buró Político del Partido del Pueblo.

Desde su fundación el Instituto ha contado con destacados directores como: Clímaco Quijada, José Manuel Meneses, Florencio de Gracia, Carlos Sarmiento, Laura de Casis, Carmen Lizarraga y Elberto Cobos, quien es su actual director, junto a Olivia Casas, subdirectora y Mauro Murillo, director académico.

El Instituto nació en plena época del proceso torrijista donde se produjo una mayor participación de los trabajadores en la toma de decisiones, siendo el resultado de la consolidación en el poder del General Torrijos y el desplazamiento de fuerzas entreguistas a lo interno de la Guardia Nacional.

La creación del Instituto era necesario dentro las contradicciones sociales derivadas a lo interno del sistema capitalista entre trabajadores y empresarios, que generan niveles de pobreza para los primeros por los bajos salarios y un modo de vida próspero para los segundos por la acumulación de riquezas lograda a raíz de la plusvalía.

Esta desigualdad llevó desde el siglo XIX a los trabajadores en distintas latitudes del planeta a organizarse por medio de sindicatos, centrales, federaciones y confederaciones, que serían el motor de lucha de la clase obrera en contra de la explotación capitalista. Es importante anotar, que en las décadas precedentes los obreros han alcanzado grandes conquistas por medio de paros, huelgas y manifestaciones logrando retroceder los intereses de las élites empresariales.

En este marco social la formación sindical de los trabajadores es trascendental, porque contribuye a forjar su conciencia de clase y les proporciona las armas legales e ideológicas que le permitan enfrentar la voracidad del sistema imperante. Esto no es tarea fácil, si tomamos en cuenta que la democracia burguesa domina el Estado y controla los poderes instituidos en América Latina y mantiene un monopolio sobre los medios de comunicación y determinados centros educativos donde enfatizan en inculcar a los jóvenes una ideología liberal antipopular. Es por ello, que vemos como algunos personajes representativos de la derecha ultraconservadora del continente, como: los Montaner y de la Torre, se pasean por universidades exclusivas de la región con el objetivo de preparar a los futuros empresarios y gobernantes, bajo un enfoque elitista.

Los trabajadores panameños demostraron en la centuria pasada una elevada capacidad de lucha reivindicativa que les permitió alcanzar derechos negados por el empresariado. En el caso de las mujeres, recordamos las infatigables jornadas de protesta que lideró Marta Matamoros a favor del fuero maternal y por mejores salarios. Descollaron de manera similar otros líderes como: José del Carmen Tuñón, Domingo Barría, Ángel Gómez, Santos Pimentel, Rodolfo Aguilar Delgado, Cleto Souza, Félix Dixon, quienes poseían una formación ideológica perfeccionada en escuelas sindicales y políticas.

Un aspecto relevante de la lucha sindical consistió en que no se circunscribió a temas puramente reivindicativos, por el contrario, avanzó en una perspectiva superior al empuñar banderas nacionales que afectaban nuestra integridad territorial, como se dio en la lucha por la descolonización del país en la extinta Zona del Canal. Los trabajadores escribieron páginas de dignidad en las plazas, calles y avenidas de Panamá que le ganaron el respaldo de los panameños.

El nuevo dirigente sindical del siglo XXI, debe ser con base a estos lineamentos una persona de pensamiento integral y poseedora de valores patrióticos, cívicos y morales, capaz de entender las coyunturas, crisis y contradicciones que subyacen en el sistema y no doblegarse ante ofrecimientos de la patronal, con el fin de hacer variar sus convicciones, pero, sobre todo, está llamado a constituirse en un permanente defensor de los trabajadores.

En la actualidad la crisis económica mundial acelerada por la pandemia exige un sindicalismo que no decline a sus posiciones históricas manteniéndose siempre al frente de los acontecimientos, tal como lo manifestara en un discurso Alfredo Graell, Secretario General de la CNTP, al decir que: “El desarrollo técnico científico de las fuerzas productivas del país, debe elevar las capacidades de la clase trabajadora para colocarse a la vanguardia del desarrollo y progreso social”.

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