Por: Mauro Zuñiga
Estuve por Europa del Este, España y Grecia. Tuve la oportunidad de conversar con la gente de a pie que hablaban bien el español. Sentí en ellos una sensación de desesperanza. Se ven en un laberinto que no tiene un final feliz. Alguno que otro le acachan los orígenes de esa crisis, que ya se prolonga, a la corrupción de sus gobiernos. Muchos, con una visión más universal, consideran que la misma tiene sus causas fuera de los Estados. Un guía griego, mientras terminaba de mostrarnos las bellezas naturales de Santorini, nos decía que había un plan bien concebido por los Amos del Mundo para formar un gobierno único mundial para controlar la economía de cada uno de nuestros países. Le dije que esa misma información yo la tenía y charlamos sobre la mano visible que nos está empujando hacia ese objetivo. Pero ese gobierno único mundial está desarrollando un ejército mundial para implementar la moneda única mundial y, de esta manera asegurar el control. Estos amos del Mundo aspiran a una sociedad mundial de Amos y Siervos, con la desaparición de las capas medias. Quienes lean este artículo y no hayan tenido la oportunidad todavía de estudiar el marco mundial, podrán pensar que estamos exagerando; pero una vez que se documenten, podrán apreciar que lo que ocurre en nuestro país no es ajeno a ese concierto mundial. Vale decir, no se trata de un problema que comienza y termina con un gobierno: se trata de una crisis global. Me podrán decir que en la historia del capitalismo ha habido muchas crisis, algunas provocadas con pronósticos conocidos por los que la producen, y que la actual no es diferente. Sería poco serio adelantarse a lo que va a ocurrir, pero la actual crisis tiene varios elementos nuevos, de los cuales resalto dos: en primer lugar, es global y, lo más importante, el ciudadano de a pie, al menos en los países de mayor cultura política que nosotros, está claro sobre la causa última de la misma. No se trata de algo pasajero que pueda resolverse cambiando figuras en las cabezas de los gobiernos. Es una crisis del modelo económico de oferta/demanda. El sistema capitalista colapsó y los grandes dueños del capital se van a aferrar al mismo de tal manera que si es necesario llevar a la destrucción al 80% de la población mundial, lo van a hacer sin contemplaciones. Llamo la atención cuando hablo de destrucciones masivas. Hacia allá nos están llevando. El ideal del capitalismo es mantener el control del capital; por eso hay guerras, intervenciones, campañas mediáticas intensivas, culturas alienantes. Nos mantienen entretenidos. El proceso electoral de 2014 es un entretenimiento, pero casi todos los panameños hablan de él, desde la derecha hasta lo paleantomarxistas, aquellos oportunistas que aspiran llegar al poder dentro de la reglas del juego capitalistas. Considero que toda nuestra energía debe centrarse en una campaña docente. A demostrar que esta institucionalidad fracasó y que la consecuencia de ese fracaso es la corrupción, la contaminación ambiental, la violación de los derechos humanos, la ausencia de libertad para expresarse, el hambre, los cambios curriculares, etc. Si no logramos entender la crisis como un todo, seguirá la gente golpeando el aire con las espadas. Llamo a aquellos panameños y grupos decentes a cerrar filas por una nueva institucionalidad, que se conseguirá con una Asamblea Constituyente originaria y participativa. A pensar, igualmente, en que no estamos solos. Ya los pueblos del mundo han empezado a despertar de ese sueño embrutecedor que los tenía congelados.
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