Pasados 55 eneros, aún nos dominan más por ignorancia. por Roberto A Pinnock

Según el maestro cineasta y poeta Pedro Rivera, Simón Bolívar acuñó una frase que mantiene vigencia histórica: ‘Nos dominan más por la ignorancia que por la fuerza’, refiriéndose a los colonizadores europeos y al nuevo poder que suplantaba a estos, desde Norteamérica.

Efectivamente, este último 9 de Enero, varias voces recordaron la triste desmemoria de las generaciones nuevas. Jóvenes entrevistados por algunos medios de comunicación, que así lo han constatado, hablan de que la dominación colonial que aquella gesta independentista impulsó —quien no alcanza su independencia no tiene soberanía— se ha ido retrotrayendo desde
los años 90 hacia acá.

Algunos han culpabilizado a los papás, ‘esto es responsabilidad del hogar’, dicen. Otros han dirigido la acusación hacia los Gobiernos que excluyeron la enseñanza de la asignatura ‘Relaciones de Panamá con EUA’. Respecto del primer señalamiento, sería ingenuo proponer que en los hogares actuales se forme el sentido independentista de la gesta de 1964. La mayoría de los hogares con miembros de edad escolar tienen padres que también son fruto del mismo proceso de desmemoria que inició hace tres
décadas; por ahora, mal podrían inculcar un sentido distinto en sus vástagos.

La segunda de ellas, haría referencia solo al Gobierno del señor Martinelli y su ministra periodista. Lo cierto es que estamos hablando de generaciones desmemoriadas que una parte ya había pasado por la educación secundaria cuando eso ocurrió. La investigación periodística y la experiencia en nuestras calles y aulas universitarias nos sugieren que se trata de generaciones
nacidas a partir de la década del 80. En realidad, el trastrocamiento del sentido patriótico espontáneo, puesto en evidencia en esa gesta de 1964, pareciera haber terminado su ciclo con la invasión norteamericana a Panamá de 1989, con la irónica excusa de querer liberar a Panamá del dictador, que ellos mismos amamantaron por años.

A partir de este momento se intensificó toda una propaganda a través de diversos medios de (in)comunicación social y de instituciones religiosas y civiles —principalmente las escolares— dirigidas a vaciar de la historia oficial no solo las fechas —es lo de menos—, sino su significado histórico, político, social y cultural. Tal como lo dijera el doctor Olmedo Beluche en su discurso del acto de conmemoración de esta fecha en nuestra Universidad el año pasado: como nunca antes en el siglo XX, enero de 1964, involucró a las masas populares más representativas del país en contra de un Estado extranjero. El sentido de identidad de patria fue harto evidente, en contraste con lo que la historia oficial nos vende de los hechos de 1903, donde no hubo ninguna clase de movilización del pueblo, porque nunca sintió como propia esa gesta,  convenida entre élites locales y los EUA.

¿Este significado del 9 de Enero se les comunica a los estudiantes en las clases de historia de Panamá? Más aún, ¿se explica la del 20 de Diciembre de 1989 como la fecha antípoda de aquella, en cuanto que representa el retroceso que el 9 de Enero implica? La respuesta es que desde los años 90 ni siquiera en las agendas temáticas de la asignatura de Relaciones de Panamá con los EUA, esto aparece tal como evidencian los hechos históricos. Se trata de una conjura en la que absolutamente todos los Gobiernos
sucedidos luego de la invasión de 1989 —representantes de las clases sociales asociadas al imperio EUA desde 1903— hasta la fecha, han sido corresponsables y no solo cabe culpar al de Martinelli.

Pero hay otro sujeto culpable que pasa agachadito, el docente de secundaria que le toca abordar la historia de Panamá contemporánea. Una buena excusa es que los programas del Ministerio no lo prescriben. Pero, la excepción a la regla —algunos profesores que han abordado la explicación patriótica— revela que eso no es más que una justificación empíricamente                         insustentable.

Estos pocos docentes dan cuenta de que en el aula ellos tienen la necesaria autonomía para organizar su trabajo didáctico incorporando tales temáticas, con o sin mención hecha en los textos y programas del Ministerio de Educación. Así que, una amplia responsabilidad recae en los docentes que ejercen desde los años 90. Los gremios magisteriales bien aportarían a evitar que nos estén dominando por ignorancia, si promueven entre sus asociados que difundan el significado real de fechas verdaderamente patrióticas.

SOCIÓLOGO Y DOCENTE UNIVERSITARIO.

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