Es verdad incuestionable que los días puente solo responden al interés gubernamental-mercantil de borrar de un plumazo la rica historia nacional, con lo que se ratifica la absurda idea de que Panamá se incorporó, en 2009, al conjunto de países independientes y, por ello, desde ese año ostenta cifras récord de crecimiento económico, aunque estas se quedan en muy pocas manos.
Ahora es el turno del 1 de mayo, establecido como “Día Internacional de los Trabajadores”, en homenaje a todos los mártires que se sacrificaron en Chicago (1886). La celebración de la efeméride, por decisión oficial, se llevará a cabo el lunes 29 de abril, con lo que se desconoce el valor de esta fecha trascendente, lo mismo que el voluminoso expediente de luchas obreras, sus avances y logros.
Este tipo de medidas está dirigido a que las presentes y futuras generaciones ignoren páginas sustantivas de la historiografía nacional, escritas por panameños de generaciones diversas, desde el siglo XIX, con sustento en la conveniente excusa de fomentar el rubro turístico, ya sea interno o foráneo.
Será otro puente antihistórico, para que los actores o agentes de la farsa incrementen ganancias, salvo raras excepciones de los que desarrollan sus actividades con verdadera responsabilidad social, conforme a los principios de la iniciativa denominada Pacto Global, expuesta por el Secretario General de las Naciones Unidas en 1999.
La Federación Sindical Mundial, sobre la base de una resolución de reunión del Consejo Presidencial del 7 y 8 de marzo de 2013, realizada en Lima, Perú, propone el lema “Chicago nos mostró el camino”, que se debe utilizar junto con las respectivas consignas de cada organización sindical.
El movimiento sindical internacional tiene la gran responsabilidad de proteger y defender el Día Internacional de los Trabajadores frente a los esfuerzos de muchos gobiernos, de numerosos empresarios, de otras instituciones y organizaciones no gubernamentales, para eliminarlo o alterar completamente su significado. Tal es la razón de ser de este y de los demás días-puente declarados en Panamá.
Según la premisa cierta inicial –y como el país lo reinventaron en 2009– Pedro Prestán, Victoriano Lorenzo y Ascanio Arosemena no fueron seres vivientes; tampoco existieron los preclaros istmeños Justo Arosemena y Manuel José Hurtado, padres de la nacionalidad y de la educación panameña, respectivamente.
Franklin Ledezma Candanedo – (publicado en la prensa)
