El país atraviesa una crisis sin precedentes. La corrupción ha infringido un duro y demoledor golpe a todas las instituciones nacionales, profundamente debilitadas en sus funciones y responsabilidades ante los ciudadanos. Asimismo, el Estado se encuentra en una grave situación de postración y pérdida del rumbo nacional. La población es víctima de un abandono absoluto, no existe un liderazgo nacional claro, y un gobierno inepto, ha perdido la capacidad de ejecución y nos vemos condenados a serias limitaciones e indignidad.
Se satisfacen, solo los apetitos de quienes, endiosados en el poder, se sacian con el patrimonio del Estado; mientras más de un millón de pobres compatriotas, sufren un abandono cruel.
El Estado de Derecho es una maquillada ilusión que se presenta a propios y extraños, no obstante, la realidad nos revela la existencia de la corrupción enraizada profundamente y por tanto el engaño sale a la luz.
Los partidos políticos tradicionales y recién reconocidos, son verdaderas empresas económicas cuyo propósito fundamental es el asalto a las arcas públicas arrebatándole a la sociedad el derecho al pleno desarrollo económico y social. Todos los partidos, viven una crisis de credibilidad, en donde no funcionan los organismos deliberativos y los dueños o sectores poderosos económicos los mantienen sometidos a sus intereses y caprichos. La democracia interna no existe. Las decisiones las toman las cúpulas y estas responden a los poderes fácticos del país. La democracia en Panamá, es un tétrico drama en donde la voluntad popular no cuenta.
El pueblo panameño merece vivir con decoro, decencia, bienestar y dignidad, con seguridad en su futuro y con altos niveles de educación e ingresos. Tenemos que rescatar la institución de la familia panameña, de la cual dependen el resto de las demás instituciones, hoy en estado moribundo.
El abandono del sector agropecuario por parte de los últimos gobiernos ha puesto en peligro la soberanía alimentaria en nuestro país y ha mancillado a la población rural convirtiendo gran parte de ella en blanco fácil para el clientelismo y quitándole la esperanza a nuestros campesinos
El crecimiento económico por más de dos décadas y media, no ha servido para reducir notablemente la pobreza y la desigualdad y poder garantizar el desarrollo económico y social de todos los panameños por causa de la corrupción que se engrandeció notablemente en los últimos 25 años, hasta llegar al “Estado fallido” de este terrible cáncer.
Panamá no puede continuar con una justicia, timorata, corrompida y parcializada que no le brinda seguridad jurídica a los ciudadanos, ni a los inversionistas que aspiran a establecer negocios lícitos y con responsabilidad social.
Es necesario procesar ejemplarmente a todos los delincuentes que cometieron ilícitos contra la sociedad y el Estado y fraguaron el más grande latrocinio que conoce nuestra historia, de modo que no se burle el interés general de justicia.
Urge rehacer y reconstruir el Estado por medio de una constituyente originaria que represente a todos y que delinee los principios para una nueva República donde se consagre claramente la dignificación de todas las personas que habitan nuestra tierra.
El clientelismo y todas las formas que denigren al ser humano, deben ser proscritas, de manera categórica. Porque se trata de una conducta perniciosa y descarada que se ha establecido como algo altruista y beneficiosa por parte de los partidos políticos. Práctica cuyos autores deben ser retirados sumariamente para participar en la vida política del país.
Es necesario que el Temor de Dios sea la guía para adquirir sabiduría y elevemos la dignidad humana de todos los panameños sin distingo, porque no podemos seguir en la corrupción generalizada en donde estamos.
Declaramos el compromiso de enrumbar un proceso educativo liberador de todas las energías potenciales de nuestra juventud y que el dominio de la ciencia y la tecnología esté al alcance de todos, para desde un alto nivel educativo garantizar la libertad de nuestro pueblo.
*Nuestra misión y compromiso*
Por todas estas razones es que quienes firmamos este manifiesto al país, ejerciendo nuestros derechos constitucionales y legales aceptamos el reto de convertirnos en una antorcha que alumbre nuestra sociedad en medio de la noche oscura por la cual atravesamos.
Este esfuerzo de ciudadanos impregnados de nacionalismo y patriotismo, se da como respuesta al desafío para recuperar el camino correcto del decoro, la dignidad y la decencia.
Llamamos a todos hombres y mujeres decentes del país, a unir esfuerzos para construir un camino común que garantice el rescate del país y un mejor destino para los panameños.
¡Por un país decente y una patria para todos!
*¡POR UN GOBIERNO COMO DIOS MANDA!*
*CONFRATERNIDAD EDIFICADORA POPULAR (CEPO)*
Panamá, 30 de junio de 2018.