La organización sin militancia no funciona.

El sindicato es la expresión organizada mas simple que los trabajadores utilizan para lograr y defender sus conquistas socioeconómicas frente al capital. Tiene su radio de acción circunscrito al área donde laboran los trabajadores que lo constituyen (fabricas, talleres, industrias, empresas, etc.).

 

Los factores que inciden o afectan los intereses de los trabajadores (as) son diversos y no todo el tiempo las causas que limitan el desarrollo de los trabajadores (as) radican en su área de trabajo. Existen fuerzas externas como las políticas neoliberales que impulsan los gobiernos a favor de las empresas transnacionales flexibilizando las leyes que protegen los intereses nacionales como la del medio ambiente, los recursos naturales como los hídricos, bosques y minerales, las leyes laborales, permitiendo el deterioro de los servicios públicos fundamentales como los de la salud, educación y transporte para privatizarlos sin la resistencia del pueblo. Eliminando el control de precios para fomentar la libre oferta y demanda, es decir el “canibalismo de mercado” que encarece el costo de vida

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de los ciudadanos y pauperiza los salarios de los trabajadores (as) y por ende su calidad de vida.

 

Para luchar contra este flagelo del capitalismo salvaje, los sindicatos de trabajadores se organizan en estructuras superiores a nivel nacional como las Federaciones, Confederaciones y Centrales obreras. Estas formas de organización superior les permiten a los trabajadores un movimiento sindical fuerte, unitario y con capacidad de enfrentar las políticas que atentan y amenazan sus intereses y los el pueblo en general. La organización de los trabajadores a estos niveles supranacionales le da una gran fuerza sociopolítica de respeto e importancia en el quehacer nacional del país.

 

Ahora bien, si este desarrollo estructural y organizacional de los sindicatos de trabajadores (as) existentes, se lograran unificar en un solo frente de lucha, su poder organizado sería extraordinario a tal grado que su poder social también se constituiría en un poder político, y con poder político organizado los sindicatos sí pueden ser agentes  de cambio en sociedad y en concordancia a los intereses de la  clase que representa. Hay que tener claro que este poder debe construirse desde abajo hacia arriba y no en sentido contrario, actuar en forma homogénea e integral como un solo cuerpo, una sola voz y pensamiento, “unidos podemos, divididos estamos muertos”.

           

Lo paradójico es que estas estructuras sindicales existentes en el país, ya están agrupadas en un frente común conocido como Consejo Nacional de Trabajadores Organizados (CONATO), pero no expresan la fuerza social y mucho menos política que su grado de organización debería tener o representar. ¿Por qué? Pues sencillamente porque “están juntos pero no revueltos” como se dice, dado que gran parte de los dirigentes actúan de acuerdo a sus intereses políticos e ideológicos, otras veces  individuales y oportunistas, no actúan en función de una agenda en común y su accionar se hace sentir levemente dependiendo de que organización tenga la coordinación en un momento dado.

 

Esta conducta individualista y sectaria que pulula en el movimiento sindical panameño es la que limita su accionar eficaz contra aquellas políticas que atentan contra los derechos socioeconómicos y humanos de los trabajadores (as) y por ende la militancia y la afiliación sindical dejan de ser atractiva para sus afiliados de base y la fuerza de trabajo existente en el país. Esta es una de las razones que limita el crecimiento del movimiento sindical más allá del 11% a pesar de que la Población Económicamente Activa (PEA) ha aumentado y el desemplea a disminuido a un dígito (5,6).

 

Por tanto la fortaleza de una organización no depende de su estructura organizacional ni la forma como este constituida, si es grande o pequeña, simple o compleja, sino del grado de militancia o participación con que sus directivos o dirigentes actúen en ella, del grado de responsabilidad y compromiso con que asumen las responsabilidades de sus cargos. Del interés que pongan en hacer cumplir los planes de trabajo acordados y de aprender a trabajar en equipo. El militante es un activista, el guerrero presto al combate, a la acción. El que hace grandes esfuerzos para lograr sus propósitos, el que sabe “que sin sacrificio no hay victoria y si victoria no hay beneficio”.

 

Se colige entonces que el factor clave, determinante para que la organización funcione, se haga sentir y cumpla con los propósitos para la cual fue creada, depende de la conducta militante de sus directivos, sus cuadros, de sus representantes sindicales. Significa participar con responsabilidad, disciplina, amor, estar conciente de que él es importante en la organización, en el movimiento, que si no cumple con sus tareas y responsabilidades entorpece la marcha y propósitos del mismo. Sabotea la lucha organizada de sus compañeros de clase, en otras palabras “queda haciéndole el trabajo al enemigo de clase” sin querer. El militante es un convencidos de su lealtad y responsabilidad, y que de su disciplina y accionar depende el éxito y bienestar de sus compañeros de lucha y de todo el movimiento sindical.

 

La disciplina, la responsabilidad, la conciencia y todos los valores humanos que el dirigente requiere para ser un auténtico militante, se adquiere con el estudio, la práctica y la confrontación de ideas, es decir, con el debate para forjar la conciencia, con la crítica y la autocrítica para consolidar la unidad y el espíritu de cuerpo. Obviamente el desconocimiento de las leyes o reglas que rigen al sistema capitalista o desconocer las razones por la cual existen las clases sociales (ricos, media, pobres y pobreza extrema), mas aún desconocer a que clase social pertenecen los trabajadores (as), incide en la baja militancia del dirigente y por ende de los trabajadores (as). Otro factor que incide en la militancia sindical, es el bajo nivel político e ideológico del dirigente, la falta de información y comunicación con sus bases. También cuando el dirigente, concibe al sindicato solo para conseguir aumentos de salarios y dádivas económicas, y como una organización para el desarrollo integral de los trabajadores (as).

 

En síntesis, la fortaleza y eficacia de toda organización descansa en la firme disposición de sus dirigentes en cumplir responsablemente con el deber por el cual fueron elegidos, de asumir con honor el puesto de vanguardia que las circunstancias históricas y su conciencia de clase le exige en un momento dado. Por tanto si la organización no funciona con eficacia es por la falta de militancia y liderazgo de sus dirigentes, ellos son los responsables de la baja convocatoria a las marchas y protestas que convoque el movimiento sindical contra determinada acción o intención política del gobierno que atente contra los intereses de los trabajadores (as) y por ende  del pueblo en general. Contra leyes o medidas que afectan la educación, la salud, el costo de vida, los salarios y derechos sociales que afectan el desarrollo y bienestar de los trabajadores (as).

 

Por tanto, los dirigentes sindicales deben tener presente que, una organización que no se haga sentir por la falta de militancia de quienes la representan, será como “una casa sin gente que la more, y que paulatinamente se va anquilosando como un cuerpo que no se ejercita, envejece y muere”.

 

 

Por: Mauro. M. Murillo

Lic. En ciencias del trabajo

 

Panamá, octubre 15 de 2011

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