La Desesperación y el Pánico

unitLa real academia española de la lengua nos indica como significados para la palabra desesperación lo siguiente “Pérdida total de la esperanza” “Alteración extrema del ánimo causada por cólera, despecho o enojo”.

Es importante para nuestro país que los que hoy nos gobiernan tengan presentes estos significados ya que a lo largo de la historia ha sido la perdida de la esperanza el gran detonante que ha desencadenado una secuela de hechos violentos que han cambiado el rumbo de una nación y en consecuencia el de la historia. Pero no siempre esa secuela de hechos violentos ha tenido un final feliz para los actores ni para los que ubicados de manera caprichosa o por intereses, se postraron del otro lado de los desesperados.

Comienzo a ver en un número cada vez más creciente de ciudadanos de la urbe capitalina desesperación al momento de buscar un transporte público colectivo de pasajeros, especialmente en horas de la tarde, es decir al momento de retornar a sus casas luego de una jornada agotadora de labores, que por lo general también estuvo precedida en la madrugada de una odisea igual de intensa  para poder transportarse a sus puestos de trabajo.

    Es ya común ver como en grupo de panameñas y panameños por lo general gente adulta y trabajadora, de manera sincronizada, sin coordinación previa, optan por subirse por la puerta posterior, por lo general después de esperar largos minutos durante los cuales, las pocas unidades anteriores a la asaltada les pasan sin abrirles la puerta delantera, en señal de que ya no se cabe más nadie.  Ante esa falta de respuesta el instinto los empuja a solo esperar que alguno de los pasajeros obligue al conductor a parar, para abrirle la puerta trasera para bajarse, para en avalancha irrumpir entre empujones apresurados y respuestas airadas en contra del conductor, si éste osa (con cinismo) reclamarles por tal conducta.  Se nota en sus caras la tención primera de saber que han tenido que recurrir a una conducta reprochable que a lo mejor jamás aprobarían en condiciones normales si este gobierno les hubiese cumplido la promesa de Cómodo, Confiable y Seguro.

 A los momentos de tensión inicial, a las panameñas les va cambiando el rostros, se torna de la mirada agresiva a la mirada semi-relajada, algunas (y no es cuento) las he visto sacar con dificultad por lo apretado de la posición, sus teléfonos celulares para comunicarse con los que supongo son sus hijos para tomarles nota de sus deberes e  indicarles que ya se subieron al bus y que por lo menos llegaran (dependiendo del tranque) en tal o cual tiempo.

Por su parte el rostro de los panameños muy pocas veces tiende a distenderse, la amargura o el cansancio se mantiene imborrable.  Todos regresamos a la frustración después de largos minutos de no poder llegar a nuestros destinos con celeridad, por los consabidos tranques irracionales, en su mayor parte debidos al método irresponsable de no planificar las obras de construcción. Mismas que se ejecutan solo pensando en las cintas que hay que cortar, para tratar de repetir en las próximas elecciones, sin considerar que en la ciudad vivimos seres humanos antes que electores.  Seres humanos con deberes y derechos, con rutinas de estricto cumplimiento. En ese momento se comienzan a escuchar los murmullos compartidos de insatisfacción que cada día son menos rumores y más gritos de insatisfacción.   

Con este cuadro hoy logro entender a aquel conductor que abandono en estrepitosa huida a sus pasajeros en medio de la avenida y al ser interrogado solo logro decir que por miedo a la gente “Pánico”.   Señores gobernantes los invito a mirarse en el espejo de ese conductor y es que la desesperación de miles de panameños y panameñas en igual de situación que los 70 de ese bus debe ser cosa que mete miedo de verdad.

Lorenzo Bayano

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