La “CORRUPCION” es un sistema social

Por Carlos Ayala Montero
Vivimos en una sociedad en donde los actos de corrupción es decir, la infracción de la ley para beneficiar a una persona natural o jurídica o a un colectivo, a cambio de entregar dinero a alguien para que permita el quebrantamiento de la ley, es una forma de vida impuesta por un sistema que endiosa el dinero y el bienestar material. Una sociedad en donde el quehacer diario del sistema nos enseña que tiene mayor importancia social el que más tiene y no el que más es.
Cuando el objetivo social es alcanzar el bienestar material “a toda costa”; cuando se nos enseña que sólo con dinero y bienes materiales podemos ser felices y tener reconocimiento social pero a la vez se le niega a la mayor parte de la sociedad el disfrute de los bienes materiales, se produce una ansiedad individual y colectiva que mueve a desacatar las normas (que este mismo sistema ha creado, como la expresión de un sociedad ideal de convivencia), a ofrecer dinero presente o futuro, a cambio de permitir que se infrinjan las normas para favorecer el interés por poseer bienes y mercancías.
Esta actitud individual, fomentada por impulso obsesivo de consumir, fue creciendo más y más en esta nuestra sociedad, hasta convertirse en “viral”. Así ocurrió cuando las llamadas ideas neoliberales (promoción de la compra venta de todo lo que exista, sin más limitación que la oferta y la demanda) se convirtieron en moda y luego en políticas de Estado, justificadas por una parte de la academia a nivel mundial, convirtiendo al mundo en un gran y único mercado de bienes, servicios, dinero y trabajo, legales e ilegales o sea, lo importante es hacer negocios, y no los valores que la humanidad acumuló.
Hoy, el asesinato, la venta de droga, el robo de los dineros estatales, las obras y servicios hechos de apuro y sin certeza científica de su duración o eficacia, al igual que adquirir bienes, servicios y dinero sin pagar impuestos, entre otras acciones ilegales, se han convertido en mecanismos idóneos para “hacer negocios” que permitan disfrutar de bienes materiales y por ende, de respeto social.
Cuando a una gran parte de la población se le niega la posibilidad de adquirir esos bienes y consumo que publicita el sistema cada día y además se delinque abiertamente sin que haya castigo, muchos deciden que el delito sí paga, y se arriesgan para lograr “ser alguien” a través del delito. Uno de esos principales delitos es la corrupción, que va desde pequeñas a grandes coimas para favorecer los intereses ilegales de los que compran el silencio de los que están llamados a hacer cumplir la ley y eso origina una práctica social de la que una gran parte de los ciudadanos forma parte, al menos en algún momento de su vida.
La destrucción de estas ideas sobre cómo debe funcionar la sociedad actual, fue promovida por los hechos de la vida real y hoy por ejemplo, Inglaterra renuncia a la integración comercial o sea, al mercado global, y el discurso del recién estrenado Presidente de USA se encamina en esa misma dirección es decir, el absolutismo del mercado no resolvió nada a la sociedad, por el contrario, la corrompió y promovió el delito para tener, en vez de ser. Hoy menos de 10 personas poseen la mitad de la riqueza mundial como resultado de estas concepciones, que promovieron riqueza extrema en virtud de negocios legales e ilegales, luego la conclusión lógica es, el sistema promotor de la corrupción está en crisis y los ciudadanos honestos, que son la mayoría, debemos aprovechar no solo para protestar, sino para estremecer el endiosamiento del dinero como fin último de la humanidad, por ejemplo, reestatizando algunos servicios, encarcelado a los corruptos y limitando la riqueza, amén de otras iniciativas que promuevan la dignidad de las personas por encima del bienestar material.
Enero de 2017.

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