ENTRE LÍNEAS. Redacción La Estrella de Panamá
La ampliación del Canal de Panamá fue concebida como el proyecto nacional necesario para impulsar a su máxima expresión el desarrollo de nuestro principal recurso, la posición geográfica, para canalizar los ingresos que ella genere hacia el desarrollo del país. Su ejecución estuvo plagada de dificultades surgidas, sobre todo, de la relación contractual con el contratista de la obra: Grupo Unidos por el Canal.
Concluido ese gran hito histórico e iniciadas las operaciones del Canal ampliado, su éxito pareciera incomodar a los adversarios de la administración, tanto dentro de la agencia como de fuera. En su empeño, los enemigos internos no se han detenido a pensar que le hacen un grave daño a su propia fuente de empleo, pues al arrojar dudas sobre la seguridad de la navegación por las nuevas esclusas desalientan su uso y favorecen rutas alternas. Y estas aprovechan la información negativa para su propio beneficio. Curiosamente, en los dos artículos críticos a la ampliación publicados en The New York Times, uno de los periódicos más prestigiosos del mundo, las fuentes que desalientan el uso de las nuevas esclusas son los mismos personajes que se han encargado de atacar sistemáticamente al administrador de la ACP.
Los incidentes durante los esclusajes no son nuevos; siempre han ocurrido roces de los buques con los muros de las esclusas y ello no ha restado competividad al Canal. Quienes se han lanzado a tan irresponsable campaña deben comprender que a quien le están haciendo daño es a su propio país.
