JMJ y el ocultamiento de las contradicciones socialesY EL OCULTAMIENTO DE CONTRADICCIONES SOCIALES.

por: Roberto Antonio Pinnock Rodríguez, 26 de enero de 2019.
Noam Chomsky, en su obra ‘¿Quién domina el mundo?’ (2016), plantea que ‘a medida que las sociedades se hicieron más libres y el recurso a la violencia de Estado más limitada, la urgencia de concebir métodos sofisticados de control (de) actitudes y opinión no ha hecho más que crecer’.
En los informes y ‘análisis’ de lo que ha venido ocurriendo con la JMJ y consecuentemente la visita papal, han sobreabundado las anécdotas de todo tipo. Que si el joven Lucas en sillas de ruedas, que si el bebé que besó el papa, que si el niño que le obsequió la camiseta del San Lorenzo de Almagro —club del que el papa es hincha—, que si los absurdos y desorganizados pasos para entrar a algunos eventos masivos con exagerada demora generaron la irritación en más de cuatro, que si el papa habló de las abuelas y así, una multitud de anécdotas simplonas vaciadas de su significado histórico y sociocultural.
Se observa, pues, que la cobertura de los medios refleja la más pobre calidad de los mismos. Estos, no encuentran el vínculo entre los acontecimientos descritos por los(as) presentadores(as) televisivos y la realidad social e histórica a la que paradójicamente el papa sí se ha referido con profundidad.
Esta pobreza de la descripción y análisis de los eventos —independientemente de las limitaciones financieras que posean las televisoras para contratar expertos en las distintas materias— tiene la no tan evidente función de ocultar a toda costa las contradicciones sociales regionales y nacionales.
Si no es porque el propio papa impone su criterio de que le permitan visitar y ‘codearse’ con gente de clases empobrecidas, eventos como el de su visita al centro de cumplimiento de los jóvenes, localizado en el corazón de una zona de clases pobres como Pacora, difícilmente se hubieran realizado.
A nadie se le ocurrió preguntar por qué las autoridades de la Iglesia panameña privilegiaron invitar a la Eucaristía, donde se estaría muy cerca con el papa, a connotados explotadores de las clases trabajadoras de nuestro país e ilustres representantes del conservadurismo istmeño.
No cuestionamos que los hayan invitado; sino por qué no se les ocurrió invitar a líderes de origen social provenientes de las clases empobrecidas y oprimidas de nuestro terruño. Y no digo que hubiesen tenido que convocar a Saúl Méndez o Genaro López —que hubiera sido interesante hacerlo—, sino, al menos, a los líderes campesinos de Coclé, ‘Delegados de la palabra’ de la diócesis de esa provincia, que se han enfrentado más de una vez al despojo de bienes naturales al que los ha sometido las transnacionales mineras. O bien, a los líderes católicos que son parte de la resistencia de los productores en tierras bananeras, también sometidos al despojo de sus principales tierras y activos por parte de la transnacional Del Monte, forjados por más de 15 años en Barú.
En realidad, esto sería develar parte de las contradicciones sociales que predominan en el país y se escaparía del imaginario fomentado por los medios de comunicación televisivos. Contradicciones que el papa no las ha ignorado en sus intervenciones, pero que se diluyen en lo que se difunde y enfatiza por esos medios de control de mentes.
En efecto, el papa fue consecuente con la Buena Nueva Cristiana y contenida en documentos conciliares del Concilio Vaticano II, cuando señaló a autoridades y cuerpo diplomático —crema innata de la clase empresarial de nuestro país y la región— que Panamá era un país de encuentro y sueños.
Aquí, el papa les planteó elegantemente que la prioridad son los más pobres. Saludó que se iniciaran los eventos de la JMJ con agrupaciones indígenas y afropanameñas, a las que sin duda le hubiera gustado ir, lo que simbólicamente ya dice cuál es su prioridad social y política.
Pero más aún, les dijo que los sueños de los jóvenes para ‘crear un mundo más humano’ no pueden ser hechos realidad si —los responsables de los Estados— ‘creen que el único camino es el de la COMPETITIVIDAD’. Como quien dice: ‘Señores fomentadores de este sistema económico social que le llaman neoliberal, si tienen oídos que oigan’.
Tanto estos grupos sociales como sus medios de formación de opinión parecen hacer caso omiso de lo sustancial de los planteamientos del papa, que no desconoce las contradicciones fundamentales de nuestra sociedad.
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