El Futuro de América Latina se está Disputando en Colombia y Venezuela

Reforzar el internacionalismo, combatir el reformismo y crear una alternativa revolucionaria en América Latina

ABCDEFLa ofensiva imperialista en América Latina se intensificó en la presente década como respuesta al avance de los procesos de cambios heterogéneos que experimenta nuestra región. Después de la reactivación de la IV Flota y la instalación de más bases militares en Colombia, el imperialismo, en acuerdo con las oligarquías locales, ya derrocó gobiernos progresistas en Honduras y Paraguay, a través de “golpes institucionales”.

La constitución de la Alianza del Pacifico es parte de esta ofensiva, destinada a fragilizar las alianzas regionales progresistas, como el ALBA, CELAC y UNASUR. La mafiosa sociedad interamericana de prensa impulsa una campaña contra la democratización y control social de los medios de comunicación. Denuncias recientes muestran que el espionaje estadunidense en nuestros países es más profundo y descarado de lo que imaginábamos. La soberbia colonial llega al punto de irrespetar la soberanía boliviana y atentar contra la vida de Evo Morales, emblemático ejemplo de resistencia de los pueblos originarios.

Además de reforzar nuestra solidaridad a la Revolución Cubana, a los procesos en Bolivia y Ecuador y la resistencia de los pueblos, la acción de los internacionalistas Latinoamericanos hoy debe estar concentrada en la lucha de clases que se desarrolla en Colombia y Venezuela.

El futuro de América Latina está siendo disputado en estos dos países de pueblos hermanos. La derrota del pueblo venezolano frente a la oligarquía y el imperialismo impactaría negativamente la Mesa de Diálogo de la Habana. De la misma forma, una frustración de los diálogos, además de fragilizar y amenazar el  vigoroso y unitario movimiento de masas colombiano, también influiría negativamente en Venezuela. En los dos escenarios la correlación de fuerzas seria desfavorable.

En Venezuela sigue la ofensiva de la derecha, valiéndose del desaparecimiento físico del comandante Hugo Chávez y del resultado modesto en la victoria legítima de Nicolás Maduro. La simbiosis entre las cuestiones colombianas y venezolanas es tan fuerte que fue exactamente en el momento de la afirmación de Maduro que Santos recibe el candidato derrotado en Venezuela y amenaza con la integración de Colombia a la OTAN.

Es necesario reforzar nuestra firme solidaridad al Presidente Maduro, y al Grande Polo Patriótico Simón Bolívar, en especial al Partido Comunista de Venezuela, y al proletariado venezolano, cuyo protagonismo será decisivo para garantizar el desarrollo del proceso bolivariano y su necesario avance al socialismo.

El éxito de la Mesa de Diálogos de la Habana no es solamente un problema de los colombianos, sino de todos los pueblos de América Latina y del mundo. Para el desarrollo de las luchas populares en nuestro continente es necesario radicalizar la revolución bolivariana y desmontar el plan imperialista de atribuir a Colombia el papel que juega Israel en el Medio Oriente.

La oligarquía Colombiana quiere la paz de los cementerios, rápida y sin costos, para crear un ambiente favorable al desarrollo capitalista. Intenta desestabilizar a Venezuela para imponer un acuerdo ínfimo a la insurgencia. No nos ilusionemos con el “pacifismo” de la oligarquía y del imperialismo que la orienta. Solo cedieron al diálogo porque fracasó su guerra contra la insurgencia, a pesar de todos los grandes recursos militares y financieros invertidos en el plan Colombia, de los paramilitares, de las bases estadunidenses con asesoría de la CIA y del Mosad. Mientras que, los intereses del pueblo colombiano y de las insurgencias, que se funden en la mesa de diálogo, son de una solución política con justicia social y económica, consolidada a través de una Asamblea Constituyente soberana, con amplia participación popular.

Hay dos factores decisivos para la viabilidad de los acuerdos. El primero, sin el cual tal vez el diálogo no hubiera comenzado, es el avance del más grande movimiento de masas de las últimas décadas en Latinoamérica, plural y unitario, congregando millares de organizaciones políticas y sociales que tienen en la Marcha Patriótica su mayor expresión.

El segundo es la solidaridad internacional a todas las expresiones políticas y sociales colombianas progresistas y revolucionarias, especialmente a la Delegación de la FARC-EP en Habana. Pero es necesario respetar las decisiones y el tiempo del movimiento de masas y de la insurgencia y combatir la ansiedad de los reformistas en presionar al desarme de las guerrillas, con el pretexto de estar impidiendo la gobernabilidad y la integración latinoamericana. Nuestra presión política debe ser por la ampliación del diálogo y el necesario cese bilateral del fuego.

Por: PARTIDO  COMUNISTA  BRASILEIRO  –  PCB

 

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