El descontento global, Trump y el futuro de Panamá

Existe una alta probabilidad de que en los últimos días hayamos escuchado un argumento presentado por el candidato a la presidencia norteamericana Donald Trump. También es muy probable, de que luego de su argumento, nuestra mente conectó una serie de ideasrefutándolos y como resultado, descartamos la posibilidad de su victoria. Sin embargo, a pesar de la validez de nuestra lógica, observamos que las encuestas reportan sorpresivamente un aumento en su nivel de aprobación. Esta aparente controversia nos evidencia el cambiante panorama social de hoy y nos incita a reflexionar sobre lo que está sucediendo en Estados Unidos y en el mundo.
Una victoria de Trump tiene el potencial de cambiar al mundo significativamente, pero no sabemos si para bien o para mal. Sus promesas van en contra del “Estatus Quo” y de varias premisas económicas que damos por aceptadas como las de los beneficios del libre comercio. Tiene un carácter fuerte, su experiencia es en negocios y sabe manejar a los medios. Además, su victoria podría impulsar a los partidos de extrema en las elecciones europeas de los próximos 12 meses, y confirmar la tendencia hacia el proteccionismo que hemos identificado anteriormente.
El fenómeno Trump no debe ser enmarcado como una polarización ideológica dentro de Estados Unidos. Trump debe ser visto como el resultado de dos factores que están afectando el entorno: una incertidumbre sobre el futuro económico debido a que las políticas no están produciendo los resultados esperados y un descontento global en frustración con el “estatus quo”. Una hipótesis que planteamos es que estamos en la culminación de un período económico liderado por el neoliberalismo y para una parte de la sociedad, Trump es una apuesta al cambio.

Ciclos de regulación y desregulación
En la historia macroeconómica de los países, el rol del gobierno en el mercado ha movido entre el de ser un regulador y el de remover las regulaciones. La evidencia histórica indica que el gobierno parece intervenir más en los mercados a través de regulaciones como resultados de crisis y fallas en los mercados y luego, parece que interviene menos y desregula cuando olvidamos el motivo de las regulaciones. Estas posiciones sobre el rol del gobierno son ilustradas de manera económica con las ideas de los economistas Adam Smith y Milton Keynes.
Smith, que piensa que los mercados son óptimos cuando están libres de regulación, indica que la intervención del gobierno en los mercados a través de regulacionestrae ineficiencias que afectan negativamente a la sociedad y producen resultados que no son óptimos. Sin embargo, Keynes piensa que esa ineficiencia en los mercados debe ser moderada por el gobierno porque los resultados de un mercado sin regulación, impactan negativamente a la sociedad. Las dos tendencias se han marcado claramente desde la segunda guerra mundial.
Para el mundo, el rol de desregulación comenzó en los 80s con la era de Reagan y Thatcher y proponemos que ha culminado con la crisis del 2008 y del 2010. De esta forma, aludimos que la crisis se puede considerar como el fin de un periodo de liberación de mercados que puede ser llamado neoliberal.

Que viva el neoliberalismo
Reagan y Thatcher impulsaron las privatizaciones y la desregulación de los mercados a través del mundo, incluyendo Latinoamérica. La ideología de que el gobierno era una limitante para el crecimiento impulsó un período de baja regulación que prometía aumentar el bienestar para todos de manera significativa. El mundo estaba cansado de la estabilidad y de la regulación relativa de los 70s donde existía aun una buena seguridad social para las familias y una posibilidad de vivir en moderación. Como resultado, los gobiernos impulsaron la reducción a las barreras del comercio y las empresas salieron a buscar ingresos explotando la competencia internacional. Varias barreras al comercio incluían las protecciones y beneficios laborales que se habían ofrecido por gran parte de la historia pero que en ese período se vieron como limitantes para competir. El crecimiento fue apoyado por nuevos cambios tecnológicos.
Durante ese tiempo, las corporaciones aumentaron sus ingresos reubicando a sus fábricas a lugares con mano de obra más barata. Una parte de los empleos perdidos se pudo reubicar en el sector de servicios pero, otra parte quedó sin empleos u obtuvieron empleos menos remunerados. El costo de los bienes raíces en los países desarrollados aumentó y muchas personas como Trump, pudieron amasar sus fortunas. Sin embargo, los empleos que se perdieron en los países desarrollados fueron creados en otros lugares y apoyaron el crecimiento de bienestar en esos países. Es decir, que hubo mejoras para unos y reducción de bienestar para otros—otro paradigma de la globalización. Según decía el neoliberalismo, el cambio de fuentes de manufactura no reduciría el bienestar debido a que aumentos en la productividad local apoyaría a un aumento en los salarios y esto mantendría el nivel de bienestar en el país que perdió los empleos.
Sin embargo, como han indicado muchos estudios (académicos y no académicos), desde 1980 los aumentos en la productividad no han producido un aumento en los salarios: la conclusión de esos estudios es que el crecimiento en los salarios se ha estancado. Parte de las presiones que mantienen los salarios a la baja se agravaron en los 2000s por un incremento en la competencia internacional debido a la globalización: primero con Japón y más tarde con China, mientras que los ciudadanos se mantenían esperando los beneficios del cambio. Esta idea apoya las conclusiones de varios estudios que indican que los consumidores acudieron a los bancos deregulados para mantener su nivel de bienestar a través del crédito y por eso causaron la crisis hipotecaria. Pero en realidad, el bienestar se redujo en muchos países y los empleados perdieron posicionamiento.
Durante este período la masa laboral aceptó la volatilidad salarial y el alto nivel de desempleo y subempleo como resultado de la competencia internacional, mientras las ganancias corporativas aumentaban significativamente. Los productos eran producidos más baratos en el extranjero pero consumidos en el mercado local. Al mismo tiempo, la búsqueda del interés económico causó que el sistema político se comercializara con los líderes pasando de ser representantes del pueblo a ser representante de intereses y esto afectó negativamente a las instituciones. Hubo una baja en los valores a nivel global. La clase política, incluyendo a líderes y legisladores, se tornó cada vez más mediocre ofreciendo falsas promesas y esperanzas de crecimiento en bienestar o de por lo menos esperanzas de mantener el mismo nivel de bienestar que no se han materializado.

El fin de una era a nivel global
Esta situación colapsó en el 2008 con la crisis hipotecaria y el 2010 con la crisis soberana en Europa. Muchas personas perdieron los ahorros, sus viviendas y otras hasta sus pensiones y las que no los perdieron, quedaron endeudados hasta el cuello. Estas personas no solo han experimentado un estancamiento de sus salarios sino que también se les han reducido las pensiones, los beneficios de salud, y los servicios públicos mientras los impuestos se mantienen hacia el alza y los gobiernos reducen sus gastos (Keynes) por medidas de austeridad. Esta situación empeora con un aumento en los flujos migratorios desde regiones que mantienen menores salarios y esto reduce las posibilidades de crecimiento salarial de las poblaciones locales.
Al mismo tiempo, los causantes de la crisis pasan impunes y las promesas políticas resuenan vacías, pero el gobierno rescata a los bancos y a las empresas estratégicas en contra de lo que dice el neoliberalismo. Como resultado, la gente ya no cree en sus políticos ni en sus políticas de libre comercio y libre inmigración: Ya no se comen el cuento. Las corporaciones se mantienen ganando dinero mientras que el bienestar general se reduce. Hay una desconexión entre la política del gobierno y de las empresas a nivel internacional y el impacto social en los países. De aquí surgen los movimientos como “Occupy Wall Street” que buscan el fin de las políticas neoliberales, cambiar el estatus quo y traer nuevos líderes que realmente le respondan a las necesidades del pueblo.
Esta situación se ha exacerbado por el lento crecimiento económico que continúa reduciendo ingresos a pesar de todas las promesas de los políticos. Pero es tarde para Keynes. A pesar de los grandes esfuerzos e intervenciones del gobierno para estimular la economía, nada parece servir. Mientras tanto, los impuestos continúan subiendo, los salarios no aumentan, y los servicios públicos decaen. Como resultado, el descontento contra el “Establishment” es grande y la gente quiere cambio.

Y llega Trump
Noviembre 8, 2016 es el punto coyuntural ideológico al que nos referimos y si observamos la historia durante estos períodos de tiempo, la misma nos indica que van a ocurrir cambios. Este es el fin del neoliberalismo y es la razón de ser del fenómeno Trump: El candidato republicano está capitalizando este descontento contra el estado de las instituciones, la clase política y el sistema en general.
Por esta razón, para entenderlo, hay que cambiar de sombrero y colocarse el sombrero de una persona que fue desplazada por NAFTA o como otra que perdió el trabajo por acuerdos con Japón, la Unión Europea y más tarde por el comercio con China y no ponerse el sombrero de una persona que trabaja en el sector de servicios de Nueva York o en el sector bancario de Panamá. Hay que ponerse el sombrero de una persona de escasos recursos que ha esperado por la promesa de mejor bienestar por los TLC, TPP, TIPP, y todos los demás tratados internacionales que prometen mejor vida. Solo hay que ver el nivel de pobreza en el estado de Michigan. Un estado que era un símbolo internacional del poderío económico. Ese estado está en la banca rota y mantiene un alto nivel de desempleo. En Panamá pudiera ser como la diferencia en el bienestar que ocurre entre las ciudades de Panamá y Colón: Colón no crece igualmente como ocurre en la ciudad de Panamá. Pero este descontento también es global.
En el Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, España y hasta en Australia y Canadá existe un descontento con el estatus quo político. Los partidos de extrema están tomando posición y prometiendo cambios significativos que podrían por un lado reversar muchos avances buenos que se han construido en cuanto a la globalización y hacernos retroceder en el tiempo. No sería la primera vez que una civilización pasa de ser moderna a antigua o que los países se cierren al comercio internacional. Por esto es importante evaluar puntos clave en la campaña de Trump.
Primero que todo, hay que tener claro que la mayoría que están leyendo este análisis no son la audiencia principal. El hecho de que sus argumentos sean directos y no sean políticamente correctos significa que somos una audiencia secundaria y que el candidato piensa que su mensaje va a ser entendido por nosotros más tarde. Hay que tener claro que el candidato republicano no es tonto como dicen los medios: a un hombre de negocios que conquista la nominación del partido republicano derrotando a 16 políticos de carrera que utilizaron todos los medios para derrocarlo, no se puede llamar tonto, a pesar de lo absurdo que pueden sonar sus argumentos. Sus causas no son absurdas pero quizás la manera de exponerlas sí. Por esto analizaremos tres puntos de su campaña:

Inmigración: La posición de Trump conocida es la de la irrisoria muralla y la no aceptación de la inmigración de musulmanes. En el mundo políticamente correcto, estos argumentos están totalmente fuera de lugar. Sin embargo, el ciudadano común que vive en California, Texas y en Florida entre otros estados, y en varios países europeos viven un problema crítico con la inmigración ilegal. Esos lugares han visto aumentar los costos de salud, educación y seguridad por parte de los inmigrantes que no pagan impuestos y que muchas veces abusan de los sistemas establecidos para los ciudadanos. Esta situación es igual que lo que está pasando recientemente en Panamá cuando observamos personas de otros países que vienen a utilizar las prestaciones médicas del servicio público nacional, reciben medicinas por US$1,000.00 y solo pagan US$60.00 sin necesidad de ser ciudadanos. No es que la inmigración sea mala. Sino que la mayoría de las veces es mal manejada y no es manejada estratégicamente.
OTAN: La posición de Trump con respecto a la OTAN es clara. ¿Por qué Estados Unidos debe cubrir el 73% del costo militar de la OTAN cuya función es la de proteger Europa mientras los europeos reducen su participación en la OTAN? Al principio, sonaba vacío. Pero un análisis de la situación ha hecho que varias personas de la Administración confirmen la necesidad de renegociar los acuerdos de la OTAN. Claro, no en la manera que propone Trump, pero de otra forma.
Comercio Internacional: Todos aceptamos los beneficios del comercio internacional y es un concepto del que nadie duda. Sin embargo, al analizar los últimos acuerdos internacionales, hemos observado que un comercio no-estratégico puede causar pérdidas sociales muy significativas a pesar de los beneficios que trae. Palabras principales: Si observamos en otro nivel, las palabras del discurso de Trump incluyen: seguridad de empleo y comercio internacional (jobs and trade). El candidato está alimentando el miedo a la pérdida de empleos debido al comercio que afecta directamente al sector industrial y además alimenta el miedo a la pérdida de empleo de las personas del sector de servicios. Esto es claro en su discurso y por eso suena fuera de lugar. Lo único que quiere es que se quede en la mente de los votantes las palabras pérdidas de empleo y tratados internacionales y que se asocien los resultados a los políticos. Esa es una buena apuesta, dado el lento crecimiento económico en Estados Unidos.

Algo importante que todo el mundo asume es que la llegada de industry 4.0 y el internet de las cosas no va a causar una disrupción. Esto es falso dado que solo la introducción de los vehículos autónomos en los próximos cinco años tiene el potencial de desplazar a muchos empleados del transporte. La teoría económica dice que estos empleos van a ser transferidos a otros sectores. Sin embargo, todavía no encuentro a cuales sectores se refieren.
En muchas cosas no compartimos las ideas del candidato republicano, pero en varias podemos encontrarle sentido a sus premisas. Trump está cambiando la manera de hacer política. El republicano ofrece ahora un cambio mientras que Hillary parece ofrecer más de lo mismo. Eso, aunado a las diferentes noticias negativas que infunden incertidumbre sobre la honorabilidad de Hillary, está reduciendo sus probabilidades en relación a Trump. Este es un punto peligroso en la historia y la misma indica que de que existe una posibilidad de que salga un líder. Ahora, históricamente, en estos casos, el líder puede ser tanto un Churchill o un Mandela, como un Hitler o un Stalin.
Para Panamá, la situación es difícil. El país depende grandemente del comercio global y está haciendo inversiones proyectando ese futuro. Además, Estados Unidos y China son los principales usuarios del Canal y una reducción en el comercio entre esos países impactaría directamente sus ingresos. Pero debemos pensar más allá, y no limitarnos solo a los aspectos del comercio. Si hay algo que es evidente de este ensayo es que el país necesita fortalecer sus instituciones, mejorar su clase política y comenzar a planear sus políticas internacionales de una manera estratégica. Como vemos, no todo el libre comercio es positivo y tampoco lo es la falta de regulación. Bien lo demuestran los eventos de principio de año con Mossak & Fonseca y con el caso Waked. El Estado, la sociedad y la empresa privada deben mantener un balance. Se deben fortalecer los incentivos de responsabilidad social empresarial como lo hace el Canal. Vamos a un mundo de cambio y Panamá puede cambiar ahora o esperar que nos presionen para cambiar. Se deben expandir los beneficios del crecimiento económico de la capital hacia áreas de menor solvencia para que el bienestar crezca en ambos lados de la república y no se quede solo en la región interoceánica.
Aunque el presente gobierno lo está haciendo, hay que hacer mucho más, y además no hay que olvidarse que hay que generar ingresos para distribuirlo. Por eso hay que tener políticas de Estado que apoyen al sector privado al largo plazo y que no cambien cada 5 años. Estamos cansados de la corrupción y del mal manejo de la justicia. De no haber cambio, la historia ha demostrado que el descontento nacional existente podría dar lugar a extremos que los panameños no desearían buscar–esto explica, en parte, los resultados de las elecciones pasadas. Las elecciones del 2019 se acercan y con ello el futuro de gobierno incluyendo el de muchos diputados. No se puede seguir con la misma corrupción. El pueblo está descontento y no confía en los líderes ni el sistema. No busquemos que salga otro Trump y nos cambie a Panamá.
the-new-yorker-who-is-donald-trump

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