Educación por competencias: Eduardo Flores Castro

Eduardo Flores Castro
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La competencia implica poner en práctica conocimientos, habilidades y actitudes en una labor que lleve a la producción de un objeto o a la generación de un servicio que lo hace competitivo en comparación con los estándares de calidad preestablecidos. La competencia es un concepto económico que se ha convertido en el principal modelo pedagógico de nuestros días, bajo la denominada educación por competencias.
En 1991, el Banco Mundial sugirió la enseñanza por competencias para los bachilleratos tecnológicos. En 1999 se da la Declaración de Bolonia y, posteriormente, se crea el Proyecto Tuning, en Europa, en el que se seleccionan las competencias genéricas y específicas para varias disciplinas.

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Al extenderse a la educación básica, se le denomina competencias fundacionales; en las escuelas normales se le llama competencias didácticas; en las licenciaturas reciben el nombre de competencias profesionales, y en los posgrados se le denomina competencias investigativas.
El proyecto Definition and Selection of Competencies de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, definió y seleccionó las competencias consideradas esenciales para la vida y el buen funcionamiento de la sociedad. A través de la educación por competencias se priorizan ciertas necesidades del mercado, como la tecnología de la comunicación y de la información y las lenguas extranjeras. Luego, se incluyen las competencias que los individuos necesitan para participar en un mercado de trabajo flexible, y el espíritu emprendedor.
Para algunos, el propósito de la educación es preparar al individuo para enfrentarse, exitosa y productivamente, a las revoluciones científicas y tecnológicas, y así contribuir a elevar el PIB de su país. Para otros, es formar a seres humanos solidarios y reflexivos, que mejoren su condición de vida y contribuyan a erradicar la pobreza, marginación, contaminación y que desarrollen valores para estructurar una sociedad sustentable.
Estamos de acuerdo que se formen individuos productivos, pero, también, personas que piensen y cuestionen, que tengan sensibilidad artística, que se interesen por la historia y la filosofía. La historia cumple, para la comunidad, la misma función que la memoria para cada persona: le da sentido de identidad.
Las competencias no se pueden desarrollar tomando en cuenta solo las demandas empresariales. Debemos caminar hacia una educación inclusiva, integral, pensada para formar un ciudadano crítico y tolerante. La educación es un bien social que debe desarrollar a la persona para la vida en sociedad; debe regirse por las motivaciones e intereses de toda la comunidad.
Es necesario reflexionar sobre la eficacia de este modelo. Quizás, debamos orientar las competencias hacia un aprendizaje respetuoso de las diversidades, compensador de desigualdades, encaminado al desarrollo personal y de la comunidad, que busque convertir nuestras comunidades en sociedades más justas. Que den respuestas a la sociedad que existe y, también, a la sociedad que debemos construir.
Algunos autores señalan que con este modelo educativo se corre el riesgo de que se reproduzcan, preferentemente, los valores de los grupos económicos dominantes. Otros señalan que dividir las actividades en un conjunto de competencias es un enfoque reduccionista y conductista. En este sentido, Benedicto XVI señaló: “la Universidad debería volver a su auténtica vocación que busca la verdad propia de la persona humana, y no la reducción utilitarista que busca solo satisfacer la demanda laboral”.
En la Universidad de Panamá, la administración impulsa que los programas de las asignaturas de las carreras se estructuren por competencias. No sabemos si esto ha sido un acuerdo pactado con organismos internacionales o, simplemente, la idea de seguir la “moda pedagógica”. Si la Universidad se aboca a reestructurar todos sus currículos en el modelo por competencias, antes se debe dar una amplia discusión, con todos los estamentos, sobre los beneficios y perjuicios que esto puede conllevar.
Un programa por competencias, o cualquier otro, por sí solo no elevará el nivel académico estudiantil. Esto debe ir ligado a cambios profundos como el perfeccionamiento docente, mejores laboratorios, infraestructura, facilidades para una mayor movilidad, de docentes y estudiantes, y mejores políticas de investigación, entre otros puntos.
¿Por qué el modelo por competencias, que no tiene historia pedagógica sino dentro de la economía, se ha convertido en el principal modelo de la pedagogía? ¿Qué tipo de ciudadano pretende formar? ¿Qué implicaciones conlleva la implementación de un modelo de formación por competencias? ¿Por qué muchos organismos internacionales financian el modelo por competencias y no otros modelos como el de la espiral dinámica o el de inteligencias múltiples? ¿Por qué las competencias profesionales de los países desarrollados no son las mismas que la de los países latinoamericanos?

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  1. Muy importante este tema..seria bueno saber que opina Nicki Barletta al respecto, pues siempre ha sido un agente del Banco Mundial. en estos dias la Fundación del Trabajo montó un Taller al respecto, sería bueno comparar las opiniones de fondo al respecto…bueno ya ven que si hay tareas por r ealizar.