Editorial Nº 18. Dos visiones de país contrapuesto

La República de Panamá surge bajo un protectorado mediatizado y colonizado por los intereses de los Estados Unidos en contubernio con las familias oligárquicas, fue desarrollando una visión mercantilista dependiente, una burguesía comercial contrabandista, un latifundio acaparando las tierras, con una ínfima burguesía industrial que nunca levanto vuelo, por tener una visión corto placista, pero siempre cuidando los intereses de clanes familiares.

Se rompe ese escenario con la llegada del proceso revolucionario encabezado por General Omar Torrijos Herrera, que le da un giro diferente de timón al País, que culmina en 1981 con el asesinato del General Torrijos.

En 1989 se reinstala nuevamente la oligarquía en el poder y se abre un proceso bajo los designios de la invasión militar y se va desmantelado lo poco que quedaba del Estado de Bienestar. Se abre un proceso de confrontación producto de las políticas neoliberales, se destruye el aparato técnico productivo del país y se le entrega a las
transnacionales, las instituciones del Estado comienzan a resquebrajarse y perdiendo credibilidad además se dispara y esparce la corrupción en todos los ámbitos; ante todo esto, la realidad objetiva del país exige un consenso nacional de las fuerzas progresistas, democráticas y patrióticas para que levanten la bandera y salvar la nación panameña del marasmo en que se encuentra.

Ahora estamos frente a dos visiones contrapuestas, una que trata de retomar lo que se instaló en 1989 y la otra que propone hacer un cambio profundo sin cortapisa, refundar el nuevo Estado Nacional con democracia, pluralista, incluyente y participativo.

La Central Nacional de Trabajadores de Panamá, opta por la segunda opción que permita hacer un viraje revolucionario con el pueblo, por el pueblo y para el pueblo.

Panamá, 1 de Junio de 2018