Dime algo sobre Cuba de Pedro Rivera

Barak Obama dejó para el final de su mandato la papa caliente: Cuba. No le dieron alternativa. La oposición férrea de un sector de la sociedad estadunidense –fundamentalmente cubanos-miamenses– le obligó a mantener el tema en gatera durante siete años y medio. Pero era un paso inevitable en la recomposición de la nueva estrategia hegemonista hemisférica. Tenía que rifársela.
El imprevisto ascenso de la izquierda en América Latina después de la caída del socialismo no real –irreal– y de los inicios de la tercera guerra mundial prolongada vigente, no declarada, inducida por el complejo militar industrial estadunidense, no podía dejar para mañana lo que debió hacer hacer ayer: poner orden en lo que conoce desde hace mucho tiempo como el [patio] trasero de Estados Uni-dos
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1
Cuba en la historia occidental
Leopoldo Zea en su obra América en la historia, publicada si mal no recuerdo en 1960, sostuvo que América [a la que Martí llamó la “nuestra”] vivía al margen de la historia porque no se insertaba en la cultura occidental en forma “original” sino como subordinada. El pensador mexicano sostuvo que [no obstante estar constituido por repúblicas independientes, con limitaciones fronterizas demarca-das, y de poseer identidades nacionales, jurisprudencias, instituciones, gobernanzas, folclor y expre-siones artísticas distintivas] nuestro continente seguía siendo una extensión colonial, es decir, foto-copia.
Sus intelectuales, salvo honrosas excepciones, no generaban ideas originales. Ni ciencias ni tec-nología propias. No pensaban como buenos latinoamericanos sino como malos europeos.
Zea hizo una excepción: Cuba. La inserción de la mayor de las Antillas en la historia occidental-planetaria desde los años 60s se debió y debe a su impostura martiana. Desafiar la originalidad ya era un acto original.
Es muy probable, y más que probable comprobable, que a las generaciones latinoamericanas na-cidas antes, durante y después del inicio de la revolución cubana [cavernarias en el justo sentido platónico del término] les valga madre los conceptos sofisticados de un filósofo que seguía a pies juntillas las huellas de José Martí. Pero, a pesar de ellos, Zea y Martí valen en el mundo real de las ideas.

2
Bobby Ficher vs Capablanca
¿Recuerdan? José Raúl Capablanca, cubano, reinó en el mundo del ajedrez mundial allá por los años 20s del Vigésimo Siglo y Bobby Fisher, estadunidense, reinó en la década de los 70s del mismo siglo. Juegan.
El parangón es apropiado para graficar con economía de palabras el escenario. En el rejuego geo-político de nuestro tiempo el histriónico Barak Obama y el circunspecto Raúl Castro después de 55 años de enseñarse los dientes han declarado tablas y preparan el tablero para nuevos lances. Obama en pleno uso de sus facultades mentales grita a los cuatro vientos que es llegada la hora de las rectifi-caciones. “Nos equivocamos de estrategia” confesará con la jactancia propia de quien tiene al toro agarrado por los cuernos.
¡Qué mal no se lo entienda! Obama lo que realmente dijo es que la política del garrote en el caso de Cuba fracasó. Propone, a cambio, aplicar la modalidad del “golpe de estado blando”, cuyo éxito se prevé a mediano plazo, diseñado especialmente para aplicarlo a Cuba. El juego se reinicia. El tablero está dispuesto. El primero quiere ganar. El segundo no quiere perder.

3
Las ganancias de la Utopía
Castro acepta las discutibles equivocaciones de la revolución cubana con orgullo, sin alardes y con guiños de ojos. Está claro: para los dirigentes cubanos también es llegada la hora de las rectifica-ciones.
¿Pero lo harán en condiciones de reconocer que su peor error fue no darle debida importancia a naturaleza egoísta de la especie homo sapiens-sapiens? ¿Se percatarían de que el instinto de supervi-vencia está en la base de los comportamientos humanos? ¿Y que la cultura del consumo encauza, canibaliza, globaliza y aberra ese instinto?
Por el otro lado no tomaron en cuenta la sentencia de Marx, aquella de que dice que “toda clase social lleva en su seno el germen de su propia destrucción”. En este caso se podría suponer que la poderosa clase media creada por el socialismo estará llamada a convertirse en la sepulturera de la revolución.
No hay duda de que en los países socialistas la potencial capacidad adquisitiva de la nueva clase media es antitética con los bajos niveles de producción y oferta de bienes materiales, sobre todo cuando el consumismo adquiere rango de ideología mundial.
Sin duda esa [la carencia de bienes] es una las consecuencias del bloqueo.
Marx también postuló que en el socialismo cada uno debe ganar según su capacidad. Eso tampo-co ocurriría porque se utilizó el criterio utópico por excelencia: a cada uno según su necesidad.
Pero de todos modos los cubanos deben darle gracias a Dios por tomarse tan en serio la Utopía. El afán de lograr plena igualdad y justicia social les permitió sacar de la miseria a millones de seres humanos, elevar en grado sumo los sentimientos de pertenencia, instalar sistemas de salud y educa-ción de tan alto nivel que convirtieron la inteligencia en su principal producto de exportación.
Y, ojo, también crearon la base cultural que los catapultará muy pronto al Primer Mundo. Aunque algunos no lo sepan todavía.

4
Efecto dominó
Sectores de la sociedad, gobiernos y Agencias de Estados Unidos, los menos estúpidos y por tanto más peligrosos para la revoluciones sociales, se afanan en sustituir la política de las cañoneras por una más adaptable a las actuales condiciones de Nuestra América respecto a la que aplica al resto del mundo.
De igual manera a los dirigentes cubanos se ven obligados a desmantelar sus 55 años de soledad por el más elemental de todos los motivos: la supervivencia.
El restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales de Estados Unidos con Cuba es un paso dado en la dirección correcta. Para ambos. Pero los gringos no lo hacen por amor ni por soli-daridad. Ni porque de la noche a la mañana hayan sido iluminados por la madre Teresa de Calcuta. Lo hacen por razones políticas, militares y comerciales. [Debemos recordar que no tener amigos sino intereses es clave de la cultura política estadunidense]. Lo hacen con el fin de poner orden en su [pa-tio] trasero mientras bombardean otras regiones del planeta.
Sin duda la estrategia expansionista de Estados Unidos en Asia, Medio Oriente y Europa del Este con el fin de controlar entre otras cosas la energía de origen fósil y las fuentes de agua será más exito-sa en la medida en que los países de su periferia cercana se alineen o sean neutralizados.

5
Las técnicas del golpe estado
El escritor italiano Curzio Malaparte, en los tiempos de Hitler y Mussolini describió con la gracia de la que era capaz las maneras como el fascismo se tomaba el poder con “golpes de mano”, apo-yándose en la ponzoña de grupos fanatizados. Eran acciones rápidas y contundentes.
En América Latina los golpes de estado fueron encabezados por militares desde la época de Si-món Bolívar. Pero a partir de los primeros días del Vigésimo Siglo los militares golpistas actuaban con apego a la estrategia anticomunista y expansionista de Estados Unidos. La tortilla se voltea en la medida en que ejércitos latinoamericanos empiezan a distanciarse del Pentágono —aunque usted no lo crea desde Torrijos para acá— y las izquierdas empiezan a ganar elecciones según las reglas de juego de las democracias occidentales.

En la actual coyuntura es muy difícil que Estados Unidos de la noche a la mañana bombardee a los países gobernados por “estos apestosos socialistas”. Ahora aplican con relativo éxito los golpes [de estado] blandos.
De acuerdo con el agente de la CIA, el politólogo Gene Sharp, de lo que se trata es de ejecutar hasta 197 acciones desestabilizadoras. Esas acciones tienen el propósito de derrocar gobiernos democráti-camente elegidos sin que parezcan planificadas por especialistas.
En la técnica del golpe [de estado] blando el primer objetivo el cerebro humano. La mente. Las neuronas. De la inteligente manipulación de creencias, mitos, miedos, odios, rencores, vanidades, instintos y emociones, sustentándose por supuesto en el terreno abonado de las ideologías y valores del establishment, dependerán los resultados.
En estas operaciones encubiertas juegan papeles estelares los poderes mediáticos [televisión, redes sociales, radio, prensa escrita y digital, etc.] tutelados por los poderes corporativos financieros, milita-res internacionales. Para que no nos engañemos.
Actualmente los golpes blandos se ejecutan con relativo éxito en Argentina, Brasil, Bolivia, Ecua-dor, Nicaragua, Uruguay y Venezuela. La pregunta es: ¿será exitoso el formato de golpe blando que se ejecuta en Cuba?

PEDRO RIVERA

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