Corrupción: histórica, personalísima y sistémica por Aníbal Culiolis G

Para tomar conciencia de tan grave amenaza y combatirla eficazmente, es necesario plantear el debate sobre su naturaleza y cómo combatirla.
Los casos del PAN, Odebrecht, Blue Apple, Pandeportes y muchos otros, demuestran que, en forma premeditada, políticos y empresarios inescrupulosos, lograron imponer una cultura de enriquecimiento personal, que degrada al conjunto de la sociedad y amenaza a la democracia. En palabras de José Vidal-Beneyto, la corrupción ‘es hoy una pandemia que todo lo invade, que todo lo pervierte. La vida política, la realidad económica, las prácticas sociales, las acciones de Gobierno’.

Para tomar conciencia de tan grave amenaza y combatirla eficazmente, es necesario plantear el debate sobre su naturaleza y cómo combatirla. Las respuestas complacientes de ‘siempre ha habido corrupción’ o ‘roba pero hace’, solo la justifican. No podemos permitir, aceptar la corrupción como un hecho ‘natural’. De ser así, hará metástasis en la sociedad y perderemos el país.

Sí, es histórica. Ha estado presente desde el nacimiento de la República. Basta leer a Pizzurno en su investigación ‘El miedo a la modernidad en Panamá, 1904 – 1930′: ‘La política fue la primera y única gran industria en los inicios republicanos. Las élites buscaban controlar el poder para amañar negocios, … La máquina política movía el país, sin programas ni lealtades, con una gran cuota de cinismo, oportunismo y corrupción…’. O la cita de Pizzurno y Araúz, que hace el Dr. Ricardo Arias Calderón en su compilación de ‘Artículos y Ensayos, sobre Política, Filosofía y Religión’, sobre la primera elección directa de presidente en 1916. O, el ‘cabildazo’ de 1959. O, el Caso Cemis y la pública confesión de un legislador de haber aceptado soborno en el contexto de la ratificación de dos magistrados.

Sí, es personalísima. Se encarna en el corruptor y el corrupto, quienes transgreden la ética y la honestidad, socialmente establecidas, para apropiarse de un bien o recurso público. Estos ‘no roban pero hacen’. Más bien, ¡hacen para robar! Ahí permanecen y se agravan los mismos problemas sociales. El libre albedrío nos permite decidir: ser honestos o ser corruptos. Al final, rendiremos cuentas ante nuestro Creador.

Sí, es sistémica. Al desentrañar la corrupción, se establece la raíz entre el régimen político y el sistema económico. Se interceptan la política con los negocios, donde el poder y el dinero son los sinónimos del éxito, en una sociedad consumista, propia del pensamiento neo liberal. Donde, la ‘razón de vivir’ es el enriquecimiento personal. En palabras del papa Francisco: ‘un capitalismo salvaje ha enseñado la lógica de las ganancias a cualquier costo, … y vemos los resultados en la crisis que estamos viviendo’. Pues, ‘el dinero debe servir y no gobernar’.

Ernest Mandel, en sus obras ‘El Capitalismo Tardío’ y ‘El poder y el dinero’, presenta como se encuentran las ambiciones y debilidades personales con los intereses y afán de lucro de los actores económicos e institucionales: ‘Dado el poderío irresistible de la riqueza y el dinero en el capitalismo, y la tendencia paralela a la corrupción personal, se desarrolla una forma refinada de interacción entre los intereses de las empresas privadas, … los administradores estatales … e incluso partes de la burocracia sindical’.

En Panamá, se articula desde el presidencialismo. Pues, es quien mediatiza a la Justicia, designando magistrados y procuradores, subalternos a sus directrices; es quien neutraliza la fiscalización de la Asamblea Nacional, con ‘partidas’ a sus diputados, asignadas por el MEF y en su ejecución, refrendadas por la CGR; es quien impuso y mantiene, ocho reformas a la Ley de Contrataciones Públicas, para facilitar las contrataciones directas y sus ‘jugosas’ adendas.

Este Sistema Corruptor, permanece blindado, gracias a: las declaraciones de bienes de los altos funcionarios, que no se hacen públicas ni se verifican ni se contrastan al terminar su ejercicio; o, la incumplible prueba idónea para sustentar las denuncias contra diputados, ministros y magistrados; o, que aprovecha la delación premiada, para devolver parte del ‘botín’ y conservar lo demás, para vivir de ‘sus rentas’.

En mayo del 2019, para salvar al país, hay que derrotar a la corrupción y sus candidatos. Solo así, podremos construir una democracia de verdad, con crecimiento seguro y justicia social. Los ciudadanos debemos ser exigentes. Solo votar por quien, gracias a su trayectoria e integridad, tenga credibilidad, confianza ciudadana y se comprometa a convocar un proceso constituyente, que desemboque en una Nueva Constitución, para demoler el Sistema Corruptor, Regenerar la Política y la Sociedad.

ECONOMISTA Y COORDINADOR DEL MOVIMIENTO PROGRESO.
Tomado de La Estrella de Panamá día 29 de marzo de 2018

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