Aturdimiento

Hace 2000 años atrás, cuando España estaba bajo el domino Romano, nació en territorio español, un sabio que se llamó Lucio Anneo Séneca quien fue un, político, filósofo y escritor hispanorromano de prolija obra.

A él se le imputa la frase: «A los que corren en un laberinto, su misma velocidad los confunde».

Esa pareciera ser la condición de nuestra clase política nacional, a la que, sus propias andanzas pérfidas, la ha terminado ahogando en su propio vómito. Es decir, la propia corrupción que fue inventada para saquear las arcas públicas, terminó siendo la sentencia de su decrepitud.

En el plan de lograr su propósito, incluso de salirse con la suya, los que tenían más saliva y por tanto, tragaron más harina, implementaron un programa que incluyó el aturdimiento, para que toda la sociedad fuera perturbada en sus valores, y pusiera su mirada en un éxito material pero abdicando y aun denostando a la moral y a lo ético.

Así el valor de la dignidad humana devino a casi nada. La honestidad, la decencia y el decoro vinieron a ser incómodos elementos que era, para ellos, necesario proscribir.

Nos aturden con una manipulación perversa y perenne. Han armado, ingeniosamente, un laberinto para que nos desgastemos en lo inútil. No obstante, los efectos de sopor que han sido inoculados en el torrente sanguíneo de nuestra sociedad, se encontrarán con el ADN de dignidad que Dios mismo, sopló en nosotros, y por lo cual resistimos los vientos de la inmundicia, sabiendo que el amanecer y el despertar están prontos a aparecer en el escenario.

Queriendo enredarnos en sus locos desvaríos, los maleantes de saco y corbata, quedaron presos en su propia trampa. Lejos, allá en el olvido, quedaron los mensajes a la conciencia nacional que fueron usados utilitariamente y nunca como principios a preservar para siempre.

*¡Por un país decente y una patria para todos!*

¡Así de sencilla es la cosa!

*José Dídimo Escobar Samaniego*

Cédula: 7-84-41

Sábado 23 de junio de 2018.