Apuntes para un balance electoral

por: Olmedo Beluche. elecciones¿Por qué no hubo una corriente significativa de votos hacia los dos candidatos de la izquierda, Genaro López del Frente Amplio por la Democracia-FAD y Juan Jované, por la libre postulación? Estas notas complementan el primer balance (titulado: “Panamá electorado castiga con el voto a Ricardo Martinelli”) que se publicó el 5 de mayo a la luz de los primeros resultados de los comicios. Veamos: 1. Lo más evidente: el gran perdedor de las elecciones es el gobierno de Ricardo Martinelli, pues se rechazó la continuidad de su partido (interpretada como reelección disfrazada), pese a los millones de millones gastados en publicidad, obras públicas y compra de conciencias mediante regalos. 2. La elección de Varela implica una ruptura de la mayor parte del electorado con el gobierno, pero no con el régimen político, en el cual sigue creyendo. Como diversos analistas señalan, hacia Varela se movieron no sólo votos del PRD, sino también muchos votos del oficialismo que quieren la continuidad de la “bonanza” económica del período de Martinelli, pero sin Martinelli (sin sus métodos autocráticos). Es notable que la diferencia entre Varela y Arias fue muchísimo menor en el área metropolitana, donde se desarrollaron la mayoría de las obras públicas. La elección de Varela marca el continuismo de Martinelli, sin Martinelli. Cambia el magnate de los supermercados por el de los licores. 3. La primera pregunta que surge es: ¿Por qué no hubo una corriente significativa de votos hacia los dos candidatos de la izquierda, Genaro López del Frente Amplio por la Democracia-FAD y Juan Jované, por la libre postulación? ¿Por qué muy pocos de las decenas de miles de personas que pelearon contra las medidas antipopulares y la violación a los derechos humanos del gobierno de Martinelli expresaron su repudio al gobierno a través de una de esas dos propuestas? Un repaso somero a las dos campañas evidencian que, aunque se postularon algunos luchadores del movimiento social, ninguna de las dos candidaturas se propuso el objetivo claro de identificarse como la que uniera y expresara programática y físicamente a los que lucharon en Changuinola en 2010, en San Félix en 2011 y 2012, en Colón en 2013, del movimiento magisterial y de la salud de 2013, etc. Si bien los programas de ambos estuvieron correctos, casi no se agitó el voto de ruptura no sólo con el gobierno, sino con toda la “partidocracia” (el régimen). 4. Dicho lo anterior, reconociendo los pobres resultados respecto a lo deseable, el balance de la participación de la izquierda en esta elección es un poco más positivo de lo que parecía en un principio y de lo que quieren hacer ver sus enemigos. Con el cien por cien de los votos contabilizados, ambos candidatos presidenciales (Genaro y Jované) se anotaron poco más de medio punto cada uno (0,6% de los votos). La suma de ambos superó el 1,1% para un total de 21.932 votos entre los dos (11.127 votos por Genaro López y 10.805 votos por Juan Jované). Si hubieran ido juntos (además de sumar a algunos escépticos más) habrían colocado un diputado en el Parlamento Centroamericano. Lo que demuestra que la unidad produce efectos concretos en los resultados. 5. Tanto Genaro López  (FAD) como Juan Jované, obtuvieron votos en TODOS los circuitos electorales, con lo cual la izquierda aparece con una presencia realmente nacional.  La suma de los votos de Genaro y Jované en el distrito obrero de San Miguelito (8-6) es de 2.572 votos para el 1,55% de los electores. 6. La votación al FAD fue notable en el distrito obrero de Changuinola (1232 votos para el 2,3% de los electores), Colón con 572 votos (0,6%), San Miguelito con 934 votos (0,54 %) y la comarca Ngäbe-Buglé en el circuito12-3 con 577 votos (2,4%) y en el circuito 12-2 con 651 votos (2,4%). 7. Jované obtuvo más votos que Genaro en el área metropolitana de Colón (circuito 3-1) con 857 votos (0,9%) y en la ciudad de Panamá donde se destacaron los resultados obtenidos en el circuito 8-1 con 988 votos; el circuito 8-6 con 1638 (0,95%); el circuito  8-7 con 1195 votos; y el circuito 8-8 con 1367 votos. 8. La izquierda no logró obtener ninguna curul para diputado de la Asamblea Nacional. En todos los circuitos los candidatos identificados con la izquierda quedaron lejos de disputar una curul, y en los circuitos plurinominales quedaron incluso lejos de disputar medio cocientes. Tal vez por la eliminación del “voto plancha” produjo una floja identidad común bajo una misma consigna (y a veces parecían competir entre sí) de las postulaciones en circuitos plurinominales del FAD. Tampoco concentraron la campaña tratar de sacar un diputado. En el caso de Jované, no hubo una sistemática identificación entre él y los candidatos “independientes” a otros cargos que le apoyaban. A futuro conviene analizar la importancia de jugarse la elección concentrando la campaña en al menos un diputado (de preferencia en un circuito plurinominal, como el 8-6) tanto o más que en la elección presidencial. Este objetivo es factible. Recordemos el ejemplo boliviano, cuando Evo Morales fue el único diputado en un Asamblea controlada por a derecha, pero eso bastó para construir en torno a él una propuesta alternativa de gobierno. En ese sentido se desperdició esta oportunidad. 9. En la elección a diputados de la Asamblea Nacional no hay disponibles datos desagregados por candidato en la web del Tribunal Electoral, pero podemos destacar los resultados generales de los candidatos del FAD: en el circuito bananero 1-1 de Changuinola se obtuvo 675 votos (1,45%); en el circuito 3-1 de Colón centro 1286 votos (1,4%); en el circuito 8-6 de San Miguelito 2655 votos (1,81%). Por la vía de la libre postulación a diputado se destacan también las candidaturas de Priscilla Vásquez en el circuito 8-8 de la ciudad de Panamá con 597 votos (0,57%) y por el distrito obrero de Aguadulce el dirigente sindical Alirio Prado que obtuvo 160 votos (0,71%). 10. Aparentemente los candidatos a representantes de corregimiento del FAD sacaron más votos (colectivamente hablando) que el candidato presidencial,  siendo electos dos de ellos en la comarca Ngäbe-Buglé: Quintín Pittí, del corregimiento de Monte Lirio, y Virola Bordones, del corregimiento de Valle Bonito.  Por mencionar otros casos, tenemos que Manuel Quintero Belda en Bethania obtuvo 560 votos y Miguel Delgado en Bella Vista sacó 146 (1,1%) votos. La explicación de que haya más votos a representantes de corregimiento que a la  nómina presidencial en el FAD se debe al “voto útil”, es decir, electores que cruzaron su voto a representante y/o diputado con el FAD pero a la Presidencia lo hicieron con otro candidato, porque suponían que Genaro no sacaría suficientes votos para evitar el triunfo del oficialismo. Es importante que a nivel de comunidades un porcentaje del electorado se haya pronunciado por la izquierda. Ahí está la semilla que hay que cultivar. 11. Que la izquierda tuviera pocos votos se explica por dos razones, una objetiva y otra subjetiva. La razón objetiva es que el boom económico actual, con sus relativas cifras de crecimiento de empleo e ingresos, lleva a un sector del electorado a ser muy conservador por temer a perder la “prosperidad” relativa que están viviendo. La razón subjetiva, lo dicho: no identificar las candidaturas con la lucha social, que se suma es al déficit  tradicional, que no relaciona la lucha social con la lucha por la independencia política de los trabajadores respecto a los partidos de la burguesía. Pero hay que reconocer que el voto a Genaro fue un voto duro de la izquierda (pese al error de la dirigencia del FAD de querer sacarse la etiqueta): fue un voto por un dirigente obrero, identificado con la izquierda radical, social y genéticamente salido del “interior”, de donde procede la mayoría de nuestra clase obrera, y, encima, vestido con la camisa roja (inequívoco símbolo del socialismo y la izquierda). 12. Cuidado con conclusiones engañosas: que la izquierda no tuviera más votos no significa que su planteamiento no sea legítimo y actual. Algunos supuestos “amigos” de la izquierda pretenden culpar de los malos resultados a ideas supuestamente “pasadas de moda”, que en vez de “rojo” hay que disfrazarse del “arcoiris” (en el sentido literal y simbólico político de la expresión). Ese camino conduce a la autodestrucción. Mientras haya capitalismo, es decir, una sociedad basada en la explotación de clases, el socialismo y el comunismo constituyen programas de lucha actual y legítima. Otra cosa son las tácticas electorales, porque la izquierda puede hacer alianzas con sectores más moderados, reformistas y pequeñoburgueses. En esas alianzas, cuyos programas no tienen que ser obligatoriamente socialistas, y basta con que sean antineoliberales, los socialistas podemos participar sin deponer un ápice sus planteamientos, en base a un “acuerdo de mínimos”. Acuerdo que es un escalón necesario hacia el objetivo estratégico. Hay ejemplos de esto en todo el mundo y en América Latina que deben ser estudiados. El error es el sectarismo, no el programa socialista. 13. No hay que ser un adivino para prever que Varela no hará cambios esenciales en la política económica, pero es posible que se concentre en aspectos formales para dar la apariencia de “mayor democracia” y ausencia de corrupción. En ese plano, las prometidas reformas constitucionales serán una fórmula algebraica que Varela manejará con mayor o menor amplitud según dicte la lucha de clases. Donde puede haber retrocesos sustanciales es en aquellos aspectos relativos a los derechos humanos y sociales relativos a grupos particulares (gays, educación sexual, etc.) dado su compromiso con la extrema derecha católica (Opus Dei). Ahí está la base para construir un programa de lucha que posicione un proyecto político antineoliberal, antiimperialista, bolivariano, popular, obrero y democrático: la defensa de los derechos económicos y sociales, la lucha por una Asamblea Constituyente originaria y con participación popular, por un país independiente y soberano que bregue por la integración de Nuestra América. 14. Tanto Genaro López y su partido, como Juan Jované y su equipo, tienen ahora una nueva oportunidad para convocar a la construcción amplia, democrática y unitaria del proyecto de los sectores populares y la izquierda panameña que dispute el poder en los próximos 5 años. En la búsqueda de ese objetivo hay que combatir, tanto las tendencias escépticas que propondrán renunciar a la lucha político electoral para quedarse en el nicho del movimiento social, como las tendencias sectarias que temen sumar a sectores más allá de su limitado espacio orgánico.

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