A la firma de la paz con las FARC-EP

“La paz luego de 267.162 muertos.” El Tiempo, 26/09/16, primera plana.

“El 1o, de diciembre de 1957 se llevó a cabo esa consulta, que contó con mayor participación en la historia contemporánea del país: 4.169.274, el 95,3 % de los 4.397.090 votantes, apoyaron , entre otros acuerdos, la responsabilidad compartida de los partidos tradicionales en el ejercicio del poder…” J. G. Tokatlián, ET, 25/09/2016, p. 8.

Hoy, 26 de septiembre, en la historia de 52 años de guerra, las dos principales insurgencias de Colombia, según lo anunció Gabino, Cdte del Eln, será el primer día en que no habrá acciones de guerra, mientras se produce la firma del acuerdo de paz con las Farc-ep, en la ciudad de Cartagena.
Lo presenciarán miles de testigos, 15 presidentes, y personalidades internacionales y globales, incluido Ban Ki-moon, secretario general de la ONU. Igualmente será el día en que la oposición reaccionaria no podrá manifestar en público su rechazo a los acuerdos de paz, que con el senador Uribe Vélez, y el exprocurador Ordóñez que la lidera, condenan como una forma más de prolongar la guerra entre los colombianos.

En su discurso público, el bloque reaccionario aspira a ganar el plebiscito con un no rotundo, o por lo menos espera que la abstención sea tan alta que no se alcance el mínimo de votos requeridos por la Corte Constitucional para validar la refrendación de lo acordado en La Habana.

De cara al Plebiscito

“La victoria significa el logro de los objetivos políticos, y sentar a las FARC en la mesa en un proceso de conversación, lo fue. Por eso, yo estuve sentado ahí.” Gral Mora, entrevista con M.I.Rueda.

En los siguientes días, el domingo 2 de octubre, se producirá el colofón para esta paz parcial. Ella fue el resultado de una guerra que la insurgencia de las FARC-EP no perdió en lo técnico militar, , pero que sí afectó en forma grave al conjunto de la sociedad colombiana, y en mayor medida a las multitudes de trabajadores.

Así se registra en los inventarios y balances de la infinita minoría de potentados, los cuatro grandes grupos, que con pocas excepciones siguieron obteniendo pingües ganancias de y durante la guerra que afectó al campo, y los habitantes de las ciudades que no vivieron directamente bombardeos y combates en la vecindad de sus casas y trabajos durante más de medio siglo.

Quien quisiera manifestar alguna duda con respecto a este balance económico, basta que revise las estadísticas del Dane, el Banco de la República, el Minhacienda, y al mismo tiempo confronte tales balances con la situación del salario mínimo, el empleo, el subempleo, y los millones de desocupados, yerrantes que existen en el país de la “prosperidad económica.”

Sin embargo, conviene leer lo que contesta y afirma el general Jorge Enrique Mora, excomandante de las FM, quien fue sustituido en los tiempos de la negociación de paz de San Vicente del Caguán. Él ha acompañado todas las deliberaciones de La Habana hasta la firma en Cartagena.

Mora, al igual que general Mejía, activo, insisten sin vacilar en que la victoria militar del ejército nacional es una realidad. “Mire: en el Caguán tenían 20.000 hombres armados y uniformados. Hoy en día no pasan de 7.000…pero la derrota del enemigo no significa que tenga que morir hasta el último de los soldados que esté uno confrontando en el campo de combate.” (Ver, ¿Cómo hizo para sentarse con esos tipos?, entrevista con María I. Rueda, ET, 26/09/16, p. 5).

¿Sí o No?

“James, cobarde, sí o no?” John Carlin, en El País.

Las FARC-EP, por supuesto no piensan lo mismo que los distinguidos militares. Ellas, su comandancia, no creen que hayan perdido la guerra. Más aún, cada vez que pueden recuerdan que estuvieron diez años enfrentando las armas del estado, en las más duras operaciones, después de la precipitada salida del Caguán, ordenada en 72 horas por el entonces presidente, Andrés Pastrana, artífice de la tercera intentona de paz con la insurgencia subalterna más antigua del continente.

Contra la guerrilla de las FARC-EP se lanzaron, de manera principal, las operaciones Sol Naciente (2007), Aromo (2007), Fénix (2008), Jaque (2008), Sodoma (2010), y Odiseo (2011), después que la insurgencia subalterna obtuviera una seguidilla de victorias que pusieron a la defensiva coyuntural a soldados y policías.

Estas empezaron en Las Delicias (1997), Cerro de Patascoy (1998), El Billar (1998), Miraflores (1998), y Mitú (1998), que fue el punto de inflexión, en lo que era un tránsito de la guerra de movimientos a la guerra de posiciones por parte de la insurgencia subalterna. Todo lo cual produjo el directo involucramiento del gobierno y los cuerpos militares estadounidense.

Se acudió a la mediación del Plan Colombia, una fachada que muy pronto mutó de promesa de Plan Marshall a guerra contra-insurgente, de la que quedó huella indeleble en la captura de los tres contratistas de “buena fe”, que acompañaron en cautiverio a Ingrid Betancourt y Clara Rojas, hasta su liberación con el helicóptero trucado de la Cruz Roja Internacional.

La respuesta de las FF.AA. a los avances guerrilleros fue aérea, y utilizando fuerzas helicoportadas y aviones que desembarcaron al otro lado de la frontera, desde Brasil, se repelió el ataque a la capital del Vaupés donde las FARC-EP permanecieron 3 días. Las fuerzas de Romaña se replegaron con un número de bajas desconocido, de parte y parte hasta hoy. Aunque quedó constancia de la emboscada sufrida por los militares que acudieron al auxilio de Mitú.

Pero, la fórmula estratégica varió de manera definitiva. El argumento de la guerra para acceder al poder político en Colombia terminó para las FARC-EP. En ese viraje fue figura central Alfonso Cano, con quien se desarrollaron las conversaciones iniciales para una nueva, definitiva negociación de paz, por interpuesta persona, a través de Pablo Catatumbo, y Henry Ávila, quien habló primero con Uribe Vélez y después con Santos.

Sabido es, porque lo manifestó el propio Santos, que él ordenó la muerte de Cano, la que fuera enunciada / comunicada por el obispo de Cali, como lo recuerda en uno de sus últimos libros el historiador Marco Palacios.

Hace ya cuatro años que la negociación que se hizo en La Habana, hoy, a las 5 de la tarde, como en el poema de García Lorca, se firma el acuerdo final en Cartagena la de las indias y los negros, sometidos a servidumbre y esclavitud hasta bien entrado el siglo XIX los unos, y hasta el siglo XX los otros.

Para James, el ídolo del fútbol nacional, y para cualquier colombiano cualquiera, la interpelación del Plebiscito es directa y definitiva. Se quiere la paz o la continuación de la guerra contra las FARC-EP, que se ha decidido ahora a disputar la hegemonía en la sociedad civil y política por la vía de la persuasión, el consenso, haciendo a un lado la violencia, con la convicción que el domingo se aprobará el acuerdo con una ventaja suficiente sobre la campaña del no, que lidera la reacción política .

¿Una hegemonía alternativa?

A la cabeza de la paz subalterna, se prueban las FARC-EP, como oposición directa, en representación de los de abajo, y en particular, de los pobres y jornaleros del campo, y de sectores del campesinado parcelario, quienes han sido objeto de una violencia continuada, y después de una contra-reforma a cargo de terratenientes y paramilitares, con apoyo directo o indirecto oficial.

Si de hegemonía se trata, en el sentido gramsciano, no se trata que el antagonismo desaparece, sino que es el referente teórico y práctico dinamizador de la transformación social y política. No se produce la conversión de enemigos, a la manera como lo lee la reacción schmittiana, en adversarios de acuerdo con la fórmula Laclau/Mouffe.

Para citar a un autor italiano, radicado en México, y que nos visitará para este octubre, Massimo Modonesi, – quien ya intervino en el X Seminario Internacional Gramsci , vía videoconferencia, realizada por Angela María Herrera, durante el intercambio en la Unam-, se trata de pasar de un ejercicio contra-hegemónico, que “el potencial y el alcance contrahegemónicos que vislumbra el proceso de subjetivación política, también es válido, si la acumulación de fuerzas lo permite, en términos de la construcción y la afirmación de una hegemonía alternativa.” (Modonesi, El principio antagonista, p. 101)

Sin embargo, para que lo anterior ocurra, hay varias comprobaciones preliminares, que involucran al hacer de todos los grupos y clases subalternas. Estos han de romper el sentido común impuesto por la guerra, que se señala a la insurgencia como único responsable de aquel derrumbe humano y natural, sin descubrir entre bambalinas el avance brutal del capitalismo, y el éxodo de 8 milllones del campo para salvar sus vidas, dentro y fuera de Colombia, al ser expropiados a sangre y fuego.

La primera prueba se sella hoy, con la firma de las FARC-EP y el gobierno, quienes fracasaron en imponerse el uno al otro, empleando todos los medios ofensivos y de resistencia a su alcance, sin llegar a un equilibrio catastrófico, como el que desangra a Siria, delante de todo el mundo, con Alepo como centro mundial de la vergüenza humana.

La segunda, que nos abarca a todos, será el 2 de octubre, cuando se vote el plebiscito que refrenda o rechaza el acuerdo de paz con las Farc-ep, y le da curso a la paz subalterna, o le otorga “patente de corso” a la paz reaccionaria, ya de por si envalentonada con la cobardía, fruto del temor y el miedo administrados durante medio siglo, que dudan de votar, o no quieren votar todavía.

Se trata de sepultar a la paz reaccionaria, y poner en su lugar a la paz neoliberal, que quiere, dice mantener un modelo de desarrollo económico y social fracasado y excluyente, aquí, allá y acullá. Pero esto se va a disputar en las trincheras de la sociedad civil, con argumentos, razones, hechos y proposiciones. Ellas son el contenido real de la Constituyente Social, que no hay duda, requiere, antes que nada, del concurso simultáneo de una reforma intelectual y moral.

Hablemos de… Marketing Sindical www.monagrillo.net

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